Conferencia de Mari Carmen Ferrero
Ha sido una charla comprometida y comprometedora. Comprometida porque Mari Carmen puso en sus palabras su experiencia de vida, su recorrido y su despertar. Y comprometedora porque no creemos que dejase a nadie indiferente. A quienes siguen un camino de silencio y meditación seguramente les ha iluminado el recorrido; a quienes viven el compromiso desde la ética tal vez les haya interpelado. Y unas y otros hemos podido percibir algo así como un grito: es Mari Carmen, la despertadora de la mañana.
Activista, luchadora, comprometida (¿de qué otro modo vivir?), es una mujer hecha a sí misma, sencilla y humilde, noble, incansable. Y siempre, como decía su madre, “recogidica en la calle”.
Su recorrido personal no ha debido ser fácil ni exento de problemas, de dolor y de sufrimiento.
Vivió mucho tiempo en las normas y el activismo. Buscando el bien de los demás, pero también el mérito propio. “Dormidita, una no se entera de nada”.
Pero la Vida empuja y sufrió una profunda crisis personal. Una crisis que fue el comienzo de su despertar, quedándose sin nada, a la intemperie, como gusta decir.
La intemperie se le reveló como maestra de vida. No es un drama, es un regalo. Nos conduce, dice, al lugar de nuestra verdadera identidad.
Desde allí nace la aceptación, incluso la aceptación del no aceptar. Y tras la aceptación, la rendición.
Este es el momento pleno que le permitió hacer el duelo de su yo/ego superficial y asomarse al fondo de sí misma, al Yosoy, al Ser.
Ahí surge un conocimiento distinto que se fragua en el silencio: intuimos, intuye, que estamos sabiendo algo a lo que no ponemos nombre. Es un conocimiento de saboreo que conduce a saber que somos.
Así resume su despertar: «un instante que cambia una vida». Describe levemente su silencio, ráfagas, instantes. Todo es inefable. Y llega, intuye y saborea la no-dualidad.
A partir de aquí la charla se va tornando más teórica: su proceso le va ofreciendo conclusiones que ella a su vez nos ofrece.
Una de las más reseñables hace referencia al compromiso, que no debe ser empeño voluntarista y esforzado sino que se convierte en expresión de lo que somos.
Compartir la vida es el compromiso y es la espiritualidad. El compromiso auténtico nace del interior, del silencio y la quietud. Todo es lo mismo.
No hay nada más activo que la quietud: recibirse y darse en el mismo movimiento. No hay separación. Y desde allí surgen muchas cosas: la creatividad, el amor por las cosas sencillas. Al final solamente quedan la gratuidad y la gratitud.
Otra vez el sentido del regalo. El compromiso no es un mérito a “hacer” o a “tener”. Es un regalo. Vive y comparte el dolor desde la unidad con el otro, con la otra. Como abrazo mutuo en el dolor. En igualdad, en unidad. Con sentido de libertad y justicia.
Entrego lo que soy y soy lo que entrego. Si no entrego, dejo de ser.
Es el despertar, mejor dicho, la vida despierta de Mari Carmen. No es que lo diga ella, cosa que evita siempre, es que lo transparenta.
Volvamos un momento al tema de la charla: espiritualidad y compromiso. Propone quitar la conjunción copulativa “y”. Porque no existe espiritualidad por un lado y compromiso por otro: “ahora soy espiritual, ahora estoy comprometida”. No existe esta dualidad. Y no es que su espiritualidad sea la espiritualidad del compromiso. No. Es que ambos conceptos son la misma cosa.
A veces se tacha a la no-dualidad, al afirmar que nuestro Ser se juega en el interior, de ser espiritualista, ajena al dolor de las víctimas, al sufrimiento del mundo. La no-dualidad afirma que nuestro Ser es el Ser, es toda la Realidad y, aunque seamos diferentes, somos lo mismo.
Y la espiritualidad, la cualidad humana más profunda, común a todas las personas, es solamente otro nombre de la compasión, del compromiso.
Se trata de mojarse, amigas y amigos, al hilo de la Vida.
Muchas gracias, eskerrik asko, Mari Carmen. Y a tope con la Vida.