Hace poco leía que “Sucede algo inesperado al ir haciendo la mente contemplativa…»
¿Hacer la mente contemplativa?
Supongo que es mi mente la que se conmueve, la que se estremece y se sorprende, incluso diría que se asusta un poco.
¿Es que ya no basta con que me calle y me quede en un segundo plano cuando hay silencio? ¿Qué quieres más de mi?
Mi mente se resiste a los cambios donde ella deja de mandar o dirigir, así que voy dando tiempo a que se acostumbre a las palabras y respiro profundo un par de veces para que mi cuerpo vaya aportando un poco de calma a esa pequeña conmoción. Y poco a poco la serenidad va ganando terreno y las rumiaciones van desapareciendo o reduciéndose. Y eso ¿cómo es posible?
Y seguí leyendo…
“… cuando un ser humano busca el fondo de lo real…”
Y simplemente me dejé llevar, escuchando los ecos que surgían, como si fuera una lluvia de ideas:
Cuando buscas comprender desde lo profundo.
Cuando descubres el peso y la fuerza de la intuición, lo que se esconde detrás de ella.
Cuando vas haciendo experiencia vivida.
Cuando descubres que lo que cuelga del hilo de la memoria es un pensamiento que puede cambiarse, que es una idea tan limitante o ilimitante como cada cual quiera.
Cuando reconoces vivencialmente que nuestra identidad central es Presencia, que somos testigos, testigos conscientes… puro Silencio.
Cuando comprendes que la presencia es un estado de Ser, una forma de estar, abierta y vacía.
Cuando dejas de pelearte con los opuestos para identificar la realidad o lo que vives: bueno o malo, triste o alegre, bonito o feo…
Cuando empiezas a comprender el presente y dejas de juzgar el pasado.
Cuando al mirar un paisaje frente a mí descubro que empieza en mí, la intuición se vuelve comprensión de que nada hay separado; y se me abren los ojos mucho, y se me dibuja una sonrisa tonta con los labios… Y entonces me descubro descansando, como si tuviera mi cabeza apoyada y estuviera de vacaciones, sin pensamientos, sin rumiaciones, sin ruidos.
Entonces, solo entonces, ocurre lo inesperado.
Al ir haciendo la mente contemplativa.
¡Vale, ya lo entiendo!
Sucede algo inesperado… algo con lo que no contaba, que ni siquiera entraba en mis planes ni en mis expectativas.
Y solo queda esperar, esperar a que siga ocurriendo.
Y mientras tanto continúo respirando, solo respirando, sorprendida y agradecida a la par.
Simone