Inicio > Blog > FRENTE A LA MAR OCÉANA (Jon Ander)

FRENTE A LA MAR OCÉANA (Jon Ander)

Hace unos días, en plena ola de calor en nuestra tierra, una compañera nos mandaba, junto con la foto, un mensaje de WhatsApp:

“Aquí me encuentro en este momento… llena de dicha me siento en este momento.”

Nada más. El grupo enseguida dio señales de vida: ¡qué suerte!, ¡qué envidia! Incluso se entabló una controversia sobre si es mejor el mar bravo del norte o el paciente mediterráneo. Hasta alguno comentó que el río le gusta más que el mar. Por ejemplo nuestro Arga con su presa y su deslizarse entre las piedras.

En el mensaje nos habla de “dicha”. Y me hizo pensar que la dicha no debe ser lo mismo que la felicidad. Encuentro las siguientes definiciones en el diccionario:

-Felicidad: es una emoción que se produce en un ser vivo cuando cree haber alcanzado una meta deseada.

-Dicha: estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno.

Pues no parece lo mismo: la felicidad es una emoción subjetiva que nace de creer que ya has llegado a algo y la dicha es un estado de gozo y de disfrute, con plenitud.

Aquí y en este momento….

Perece que la dicha le nace a nuestra amiga por disfrutar del momento y el lugar. Pero se adivina que es algo más que simplemente estar a gusto en la playa. Insiste en el momento, que es, precisamente, eso, un momento. Es el presente, siempre efímero, pero lo único dotado de realidad. Ni el pasado ni el futuro existen, ni son reales, más allá de nuestra memoria o imaginación.

Llena de dicha…

Por estar en el ahora y el aquí, y estar con consciencia, en atención plena, hasta reconocer la dicha que brota del presente de la Vida, del Ser.

El silencio del momento interior. El momento de la identificación con lo que somos.

¡Esto sí que nos da envidia, compañera! Estás en presencia. Estás en lo eterno, en la plenitud. No hay límites. En esa atención se rompe el espacio y el tiempo.

Seguramente sientes en tu interior la emoción del mar, tú que compartes nuestra vocación oceánica, como dice Melloni.

Y también habrás degustado de la palabra “dicha” porque tienes vivo el recuerdo de aquél que llamaba “dichosos” a los pobres, a los que lloran y hasta a los que son rechazados en la sinagoga. Ya nos entendemos.

La “dicha de ser” titula Enrique uno de sus libros.

Pues se ve que la cosa es sencilla: es lo mismo a la orilla del mar, en el trajín de la vida diaria, en la entrega a la Vida de verdad, en el silencio degustado… siempre en el presente, en la atención plena. Siendo nada más, conscientemente.

Con la comprensión de cuanto somos y cuanto nos ocurre.

Y llevados siempre por la compasión que nos da el saber que todas y cada uno somos lo mismo, somos UNO y estamos ahí, sufriendo con las víctimas y tratando de minimizar tanto dolor y tanto sufrimiento.

Este momento, este lugar, lo es todo: aquí y ahora. Y así rozamos la plenitud.

Finalmente deciros que todo esto lo traigo hoy a colación para varias cosas:

Para desearos un poco de brisa fresca en la ola de calor.

Para que seamos felices, siendo nuestra meta algo que está al alcance de todas las personas.

Para deciros, finalmente, que dichosas nosotras y nosotros, dichosa también la compañera, que hemos descubierto que somos olas felices de la mar océana.

Dichosas y felices.

                                                                                                              Jon Ander