Hace ya unas semanas participé en una semana de silencio. Se nos regalaron palabras y metáforas para ayudarnos a caminar y seguir buscando. Hoy os quiero presentar la primera charla, o por lo menos lo que a mí me tocó.
Venid, solos, a un lugar solitario… a descansar.
Palabras para invitarnos a entrar en el silencio. Palabras que nos ayudan a caer en la cuenta de qué vamos a hacer, de por dónde se nos invita a caminar esos días.
Una invitación a practicar unos ejercicios para enseñar a nuestra mirada, a nuestro oído, a nuestro olfato, a nuestro sabor y a nuestro tacto a ir más allá de la apariencia.
Lo que está en el fondo de todo es encontrar la forma de comunicarnos con la profundidad que somos, más allá del ego… eso que podemos llamar Dios en cuanto a fuente u horizonte último. Jesús de Nazaret supo vivir conectado y comunicarse con su profundidad, en profundidad… Quizás a mí esto me recuerda que es posible, me abre a lo posible.
Venid, solos, a un lugar solitario… a descansar. Ya estamos aquí. Ya estoy aquí.
Lo que más me llegó o sorprendió fue lo que se puso tras la experiencia de soledad. Para mí cambió el sentido de las palabras “solos” y “solitario”.
Solos… sin añadiduras innecesarias, despojadas, libres, sinceras… para reconocer “esto soy”. Un ser luminoso lleno de sombras, un ser maravilloso y contradictorio. Que necesito soltar ideas, creencias… sobre mí misma y sobre cuanto me rodea. Que necesito acallar mi mente y quitarle la autoridad que yo misma le di. Que necesito liberarme de todas las ataduras que me impiden ser. Sola.
A un lugar solitario… un lugar que nos resitúa, el lugar natural, sencillo… un lugar de transparencia, de simplicidad y presencia. Un lugar-tiempo de libertad, de verdadera libertad, un darse cuenta, un abrir los ojos para realmente ver…
La soledad… ahora se abre a la posibilidad de ser un camino de tránsito, un acceso a lo profundo; es como si el horizonte de sentido dejara de oprimir y tomara una holgura nueva, como si este viejo traje de la soledad de repente se hubiera convertido en un par de tallas de más.
A descansar… porque vivir exige un precio alto de consumo de energía vital: la familia, el trabajo, las dificultades, las dudas, el dolor… Es como si todo se fuese borrando y gastando las pilas. Intentar recargarlas sólo desde fuera, a la larga no basta. Necesito tomar conciencia, estando atenta a respirar de forma consciente, conectando con la fuente, con aquello que nos sostiene… a descubrir la amplitud que me ensancha, todo aquello que da paz, que sé vivirlo en calma, en quietud… a descubrir que el misterio no es solo vértigo.
A descansar… en silencio, en el silencio.
Quizás hoy solo puedo seguir respirando… consciente y de forma responsable.
Simone