“El ser humano es infeliz porque busca la seguridad. La seguridad significa que no ha de haber cambios y nada en el universo puede permanecer de ese modo. La búsqueda humana de la seguridad ha de terminar necesariamente en frustración. El ser humano ha de aceptar la inseguridad.” (Ramesh Balsekar)
La inseguridad está en la base de muchas de nuestras experiencias y de los problemas que hemos tenido y seguimos teniendo a lo largo de la vida.
¿Qué futuro nos espera? ¿Cómo saldrá adelante la familia? ¿Me quedaré en el paro? ¿Tiene sentido lo que hago por cambiar la sociedad? ¿Serán huecas mis creencias o inútiles mis convicciones?
Cuando la vida va pasando, muchas de estas inseguridades se superan pero aparecen otras nuevas: ¿Cómo enfrentarme al dolor? ¿Cómo sufriré la soledad, la marginación de la vejez? ¿Cómo será el gran paso de la muerte?
Así nos pasamos, en muchos casos, la vida.
Por eso me han resonado bien las palabras de Balsekar que inician este blog.
La inseguridad forma parte de nuestra vida. Y hemos de aceptarla. Pero esta aceptación es muy difícil, mejor dicho, imposible, si pretendemos llevarla a cabo desde la mente, desde nuestro ego, nuestro pequeño yo o yo superficial.
Solamente desde la comprensión de nuestra verdadera identidad, la Consciencia que nos habita, nos traspasa y en la que somos Uno, no-dos, puede ocurrirnos que la inseguridad no sea frustrante, sino que su aceptación suponga para cada persona la felicidad y la paz.
La inseguridad, desde otro punto de vista, nace de la negativa de nuestra mente a vivir el presente, el ahora. Nuestra mente dice: lo que tenemos ahora ya lo tenemos, pero ¿y lo que pasó antes? ¿Y cómo afectará todo esto al futuro? Así la mente nos inunda con la culpa, el remordimiento, la nostalgia o el miedo al futuro.
Pero la felicidad está en vivir el presente sin culpa ni miedo, dejando que sea la Presencia, la Consciencia, la que viva y la que actúe de la forma más adecuada en cada momento. Porque no se trata de vivir en un nihilismo ni de darse autopermiso para no llevar a cabo ninguna acción. Se trata de que la acción, la vida, todo, surja desde la Consciencia y no desde nuestro lío mental.
Todo esto resuena a aceptación y a lo que es más profundo, a rendición.
Nos suena así, es verdad, todo a todo cuando va surgiendo en cada uno, en cada una, una vida en Presencia y no reducida al estado mental.
Dice Balsekar:
“La vida es incertidumbre. Esto es lo que han dicho los místicos durante miles de años y ahora la ciencia también está de acuerdo. Hemos de vivir con la inseguridad. Hemos de vivir con el cambio. La seguridad es un mito. No podemos vivir con seguridad, e intentar conseguirlo conduce irremediablemente a la frustración. Comprender esto de verdad y aceptar que la vida, y vivir, se basan en el cambio, tanto si nos gusta como si no, es dar un gran paso adelante.”
Miguel Ibáñez, maestro zen, planteaba en su charla del Foro de Logroño una pregunta: si pudiéramos elegir entre una vida sin dolor, sin sufrimiento, sin muerte, ¿qué elegiríamos, esa vida o la vida actual?
No hubo respuesta. Al menos directamente a la pregunta.
Pensemos que si no hubiera fealdad no sabríamos qué es la belleza y si no hubiera maldad tampoco conoceríamos la bondad. Y así todas las cosas. Todos ellos no son contrarios, sino los extremos de una misma realidad.
Por eso la muerte, seguramente, es lo que nos hace conocer la vida. Al menos esta vida.
No. No elegimos la vida sin dolor, sin muerte. Esta vida humana no sería posible sin la muerte.
Nuestra vida es solamente una manifestación efímera de la Vida. Nuestra vida acaba con la muerte, pero no acaba la Vida que es nuestra identidad.
Y todo ello en la inseguridad, en la incertidumbre.
Una vez más no hay dogmas ni revelaciones de otro mundo que nos ofrezcan seguridad.
Sólo nuestra identidad, en lo más profundo de nuestra intimidad, nos da paz, felicidad y seguridad. Fruto de la experiencia.
Dejemos a Balsekar poner el punto final:
“La vida, tal como la conocemos, solo puede existir gracias a la bendición de la incertidumbre”
Jon Ander