¿Sabes a qué suena el Silencio? A Paz. A una Paz que te hace saber que estás en casa. Que todo es perfecto. Que todo está bien tal y como está.
Una Paz a la que no le interesan los juicios. Ni tampoco los juicios hacia el juicio… Una Paz donde el ruido mental se toma un descanso y te deja en paz… Donde tus interpretaciones sobre lo que es o no es la vida, sobre lo que tienes o no tienes que ser, se quedan sin sentido. Y se caen por su propio peso al Vacío.
Ése es el verdadero sonido del Mundo. El que sólo se puede escuchar cuando no estás escuchando nada. El que siempre está ahí, con toda su Eternidad expresándose en cada Instante.
Cuando te haces Consciente de Él, te impacta en cada célula. Es como si todo “lo que no eres” se derrumbara en una milésima de segundo y sólo quedara “Lo que Es”. Que eres tú. Como si las formas se desvanecieran. Como si hasta tu piel desnuda desapareciera.
Es una sensación de ser UNO con todo y con todos.
La mayoría de personas echan de menos a otras personas. A otros cuerpos. A otras compañías. A otras voces. A mí me sucede todo lo contrario. Lo que echo de menos es ese sonido a Unidad. A Hogar. A soledad Plena. Completa. Me echo de menos a mí, a lo que sé que SOY y que tiene el hábito de taparse y destaparse según cómo le sopla el viento.
Pero me conozco. Me sé. Me siento. Me he VISTO. Me he reconocido. Y una vez que lo haces, ya no hay vuelta atrás. Porque, para mí, no hay sensación más profunda, más íntima y más intensa que la del Silencio. Que la del Hogar.
Nada ni nadie puede sustituirlo. Nada ni nadie es comparable. Nada ni nadie es capaz de acercarse a su Verdad.
Es un enamoramiento carente de sentimiento y de emocionalidad. Como una Luz que se expande de dentro a fuera. Que no tiene ni principio ni fin. Una Luz muy brillante que sientes que eres tú y que te sale por la mirada y por cada poro de tu piel como si no pudiera estar retenida en ti. Como si ella fuese una explosión, pero sin explotar.
El Mar juega a crear olas y a que las olas se crean que no son Mar
Cuando lo has probado, eres incapaz de vivir sin Él. Y mientras el resto del mundo va en busca y captura del ruido, tú te mueres por acercarte a TI.
El desconocido Silencio… que es lo que en realidad todos anhelamos. Pues es lo que SOMOS. Pues es LO que nos parió.
Y cuanto más lo ERES, más difícil se te hace alejarte de Él. Y más consciente eres de lo que no eres. Hay como una molestia, como un malestar, como un dolor de separación que te avisa que “eso no es casa”.
Lo que ocurre es que estamos tan acostumbrados a ese dolor que ni siquiera nos damos cuenta de él. Porque ni siquiera sabemos de dónde viene y qué significa. Porque pocas personas se paran a investigar qué es eso que echan de menos. Un “eso” que nada tiene que ver con alguien o algo externo. Un “eso” que es la respuesta a ¿Quién soy?
Para escuchar el Silencio hay que dejar de escuchar el ruido mental. Hay que dejar de prestarle atención. Hay que dejar de enfocarse en él. Hay que dejar de creérselo.
Y cuando hablo de ruido mental me refiero a CUALQUIER historia que te cuentas. Ya sea espiritual o no. Es el ruido mental (algunos lo llaman ego) el que crea el ruido mental espiritual. Algunos se CREEN que como suena a ángeles, a karma, a crecimiento personal, a autoconocimiento, a evolución, a dimensión, a Ohm… ya no es ruido. Y es el mismo, pero disfrazado para engañarte.
Aparcar los conceptos, las etiquetas, las definiciones, las palabras, las voces, los pasados, los futuros, los sueños, los propósitos, los objetivos, los compromisos, las misiones, las ilusiones… y quedarte sin NADA. Como si fuera la primera vez que abrieras los oídos y los ojos. O, más bien, como si aún no los hubieras abierto. Como si tu mente estuviera libre de conocimiento. Y de condicionamiento.
¿Qué verías si no supieras lo que sabes? ¿CÓMO verías…?
Así suena, en Realidad, el Mundo. A pureza. A transparencia. A Unidad. A SILENCIO. A Hogar. A Amor. A Paz.
Y así sonamos, en Realidad, nosotros. Como si nunca jamás, nada ni nadie nos hubiera tocado…
Emma Vázquez