Del 1 al 7 de Agosto asistimos algun@s al taller de meditación, dirigido por Enrique Martínez Lozano, que tuvo lugar en la Casa de Espiritualidad de Artieda.
Está bien puesto el título de “taller”, ya que no se trataba de charlas o conferencias para ampliar conocimientos, sino de un tiempo intensivo, en silencio, dedicado a las prácticas de meditación, tanto guiadas como libres. Se complementaba con un espacio, como de una hora diaria, para compartir dudas y alguna experiencia.
Alternando con las meditaciones, practicamos chi-kung de la mano de la profesora Ana Mª de las Heras. Muy competente.
Toda una experiencia que vamos valorando de vuelta a lo cotidiano, que es cuando podemos percibir algunos avances en nuestra forma de meditar, en nuestro conocimiento interior, en el regusto por la vida, en el saboreo del estado de presencia.
Nos propuso Enrique dos objetivos para el taller:
- Por un lado mejorar la integración psicológica.
- Y por otro transcender el yo mental, superficial.
Hacia el primero de ellos iban dirigidas tanto las prácticas atencionales como los ejercicios (meditaciones) sobre el “niño interior”, que no son sino la forma de desenmascarar los condicionamientos que nuestros primeros años de vida tienen en la vida adulta.
Las prácticas atencionales tratan de facilitar la apertura de grandes claros en la vida diaria al estado de presencia, poniendo consciencia en todo lo que hacemos. Hacen además posible mantener nuestra atención en aquella intimidad en que nos sentimos Uno con todos y con todo.
Y así todo ello nos acerca al segundo objetivo, forjado en el silencio profundo de la meditación más personal.
Cada cual habrá vivido estos días de una forma distinta. Tampoco podemos saber cuáles son los resultados o efectos que cada uno o cada una se lleva para casa.
Para quienes escribimos esta nota, el taller se nos hizo durillo. Por el ritmo del mismo y también porque justo coincidió con una ola de calor que se mantuvo todo el tiempo. El calor lleva a dormir poco y mal; y así calor y sueño dificultan bastante la meditación.
Pero coincidimos en que este taller va a ser un hito importante en nuestro camino espiritual: hemos clarificado conceptos muy importantes, sobre todo el de la atención. Y nos conocemos mejor como cuerpo, como mente (psique, emociones, sentimientos) y como consciencia.
Consciencia que es presencia del todo, de la vida, de la nada, de la plenitud.
Presencia en la que queremos meditar y vivir para siempre.
Alguien dijo que el taller era un entrenamiento para el partido que se juega después. Bueno, todo es partido.
Pero, en cualquier caso, lo mejor son los efectos retardados que ya estamos saboreando (sabor de sabiduría).