¿Has experimentado alguna vez vértigo? Vértigo ante el vacío, me refiero.
El vértigo, cuando no se debe a alteraciones fisiológicas, es el atractivo del vacío.
No es el miedo a caerse, es el miedo a tirarse. Miedo inconfesable. Miedo que produce miedo.
Y no es una tendencia suicida que quiere poner fin voluntariamente a la propia vida.
Es miedo y estremecimiento ante la posibilidad de dar un paso en falso, de no poder resistirme a darlo ante la llamada del vacío, de la altura que se nos ofrece sin defensa alguna.
El silencio me atrae. Como el vacío. Como una llamada a entregar el ego, la identidad, la persona que soy. Quizá para encontrarme con la identidad profunda, con el Ser en sí mismo, con la unidad. Quizá buscando el descanso.
Vértigo de la rendición.
A veces busco el silencio, pero a veces el silencio me busca a mí.
Hay en él, quizá como en el vértigo, una mezcla de Eros y Tánatos, dos realidades, dos llamadas que no son tan ajenas ni tan alejadas. El Amor es salida de sí. La Muerte es el mayor acto de renuncia cuando, al menos, acaba siendo aceptada.
El silencio es un estado nuevo, donde se produce un nuevo conocimiento y donde se halla la base del Amor, de la acción, de la compasión, del compromiso.
Y en rendirme, en dar el paso, intuyo ya, con gran atractivo, mi casa.
Jon Ander (colaborador)