Hace poco mis manos se toparon con un libro de mandalas que llevaba varios años en una estantería; casi de casualidad, limpiando el polvo, me tropecé con él. Y me sentí atraída por él. Reconozco que se despertaron resistencias (ridículo, preguntas de para qué…) pero ahora más que nunca me fío de esa intuición que me dice o me anima en una dirección y ya no me importa equivocarme. Por eso lo saqué del estante y he empezado algo que no sé bien qué es y que me aporta quietud y calma, como si fuera un nuevo hilo que me conecta con lo profundo.
Hay quien dice que los mandalas son espejos. Para mí es como si reflejaran lo interior de una; como si crease puentes con las cosas que no me doy cuenta, con lo que me pasa desapercibido a primera vista.
Los mandalas tienen un efecto casi hipnótico, y es como si todo por dentro se relajase con mayor facilidad, despacio, sin hacer nada; solo ocurre, es cuestión de respirar, de enfocar, de atender, sin pensamientos, sin referencias, solo dejarlo estar.
Lo que hago es elegir uno, o dejar que me elija a mí, no estoy segura; dejo que mis ojos lo recorran, las formas, los colores, observando y dándome cuenta de dónde y cómo se capta mi atención, dónde me toca…
Voy descubriendo que es posible vivir una experiencia completa porque no es solo verlo o sentirlo, sino dejar que sus efectos calen en mí, y transformen mi creatividad…
10 minutos cada día. En silencio y con silencio, respirando consciente, atendiendo, sin ideas ni pensamientos, sin ninguna intención, sin ningún objetivo concreto. Durante varios días, el mismo dibujo. Y solo dejar que ocurra… y después de varios días, recoger los ecos…
Y es curioso las experiencias que se despiertan por dentro…
A modo de muestra comparto aquí parte de mi disfrute y de mi descubrimiento, de cómo me abre esto de mirar y de aprender a mirar.
Descubrir la capacidad de sorpresa que tengo, a pesar de las resistencias, y sobre todo que me ayuda a estar atenta, a vivir presente en mí y no andar distraída por el caos, el miedo o las emociones o cualquier cosa con la que me distraigo.
Descubrir que eso que llamo profundidad, hasta hace no mucho tiempo era el único lugar desconocido que no quería conocer.
Descubrir que tengo palabras de sabiduría que me ayudan a percibir la realidad y que esa percepción cambia según sean mis pensamientos.
Descubrir que las palabras crean puentes con todo lo vivido, conectando de una forma única, acercando a este momento presente, lo que yo he aprendido. Nada de lo que se despierta cae en el olvido, aunque me empeñe; no sé cómo ni por qué, pero los puentes siempre se mantienen en pie.
Descubrir que soy polvo de estrellas… que formo parte de todo, que estoy suspendida sin apoyos sin agarraderas, como flotar, como fluir… no duele, pero dispara todos mis miedos.
Descubrir que el silencio sostiene, experimentar ¡¡¡ser sostenida en mí!!!… y por mucho que la sensación se hunda entre resistencias y miedos, el aroma permanece, la caricia no puedo olvidarla.
Descubrir que nada se repite dos veces de la misma manera, que si busco no encuentro pero que, si me dejo, todo pasa.
Descubrir que sigo teniendo miedo a que la soledad me dañe, que la Soledad siga siendo un monstruo que me asusta.
Descubrir que no sé quién soy.
Descubrir…
Durante la semana se va creando una atracción al mandala, no es sólo fantástica y grata, pero siempre en el fondo queda la Paz.
Lo que surge no se limita al rato del Silencio, sino que se desborda durante el resto del día y hace sus propias conexiones con las cosas o las situaciones más variopintas… Es como si tuviera o crease vida en mí.
De lo único que estoy segura es que es un viaje, no es un paseo siempre idílico, es un viaje a lo profundo; un viaje que empecé un día de vacaciones… y que quiera o no tendré que continuar un día de estos, poco a poco, sin prisas, apaciguando las tormentas que el mismo viaje ha generado en mí.
Simone
• Ofrecemos este pequeño vídeo de 4 minutos para quienes quieran complementar información sobre los mandalas.