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VIAJE SIMBÓLICO. Dedicado a ti y a mí y a quienes fueron y no llegaron (Nora )

Sus zapatos cayeron al agua como sus dos lágrimas amanecieron ante sus ojos.

Había invertido sus pocos ahorros, nada le quedaba salvo la ilusión de haberlo conseguido y había llegado a las arenas movedizas. Esto era lo inalcanzable.

Imaginaba el ansiado trabajo de vendedor a su llegada y poder poner a prueba sus dotes de comunicación, una forma autónoma, una manera peculiar de ganarse la vida. Conseguir esa normalización no era fácil.

Una guita anudaba su garganta. Había esperado demasiado tiempo como para tener algún recelo.

Sabía que dejaba atrás sus afectos más profundos y le movía la idea de devolverlos algún día con creces. Esperar como quien quiere ver en el horizonte: otra nube, algo nuevo, un renacer después de su “fracasada” vida.

¿Se trataría, acaso, de la promesa de Yahvé a Abraham de alcanzar para su pueblo la Tierra Prometida?  Él mismo podía ser la víctima, su hijo Isaac. O quizás albergaba en su corazón experimentar la entrada de los israelitas a Canaán, bajo el liderazgo de Josué, aun con sus límites.

Demasiada incertidumbre y opacidad en un callado anochecer, mientras clareaba el horizonte al otro lado de las rocas.

Soñó demasiadas veces que una mano acariciara su mejilla, o poder escuchar otras tantas la voz de ¡Bienvenido! Él mostraría entonces su nueva sonrisa, su actitud más fina y llegaría a otro país, a su propio campamento, a su otra vida: la ciudad para él y para otros como la ciudad de “Los Singulares”. Recordó, por un momento, las historias contadas de Lesbos o Bangladesh, ideas que venían e iban en su mente, compartiendo sus miserias, enriqueciendo a sus semejantes.

Su mente absorta en aquello que le habían contado. Lejos del dolor y viejos resentimientos, también ¿por qué no? agradecía a sus padres por darle la vida.

Ideas que poco importan a los “Señores” que cierran sus fronteras porque “aquí no hay trabajo”; o aquellos a los que la humanidad resbala en su boca con el lamento de la apariencia. Aquellos también, que ven la acogida sí, pero con mano de obra barata, aquellos otros y los mismos… aquellos, que no pronuncian la palabra “migración” porque pensaron más en el camino del poder y su comodidad.

Otra vez el ego de “turista” en un Viaje Simbólico, rumbo por el mundo.

Entreabrió las páginas de su pasaporte, una y otra vez, su nombre estaba destacado por un borrón de azul intenso. Esto podía interpretarse como una señal; sin embargo, para él carecía de importancia y una nebulosa opacaba su ilusión. Un simple papel arrugado, sin tachones tan solo, hubiera salvado una esperanza.

El retorno se hacía inevitable. Si no era aquí, ¿Dónde su casa? ¿Dónde su lugar?

¿Por qué tanta frontera que impide ensanchar nuestro corazón?

Epicuro basaba su filosofía en la felicidad. Y también he oído decir que ser feliz no depende de las condiciones de vida que uno tenga, sino de la actitud con la cual enfrenta su problema.

¿Basta solo con el deseo de ser feliz y poner nuestra actitud?

¿Por qué, si Somos Uno, nuestro vivir es tan diferente, tan desigual? Unos de forma tan precaria, otros en la opulencia… ¿Es justa esta vida con tanta desigualdad?

¿No empieza al nacer nuestra primera desigualdad? Porque nacemos y nos convertimos peregrinos para un mismo destino, volver de nuevo. Volver a Casa.

Y termino con palabras de Sri Nisargadatta Maharaj: “Fluir con la Vida quiere decir: Aceptar lo que llega. Dejar ir lo que se va”.

GRANDES INTERROGANTES PARA UN VIAJE TAN SIMBÓLICO

                                                                                              Nora