“Las tradiciones espirituales ofrecen una alternativa prodigiosa: el infinito. El infinito puede personificarse como Dios o los dioses. También puede ser impersonal, como un estado de consciencia conocido como iluminación.
Estas versiones del infinito son el espejo de cada cultura. Desafortunadamente, en el ámbito de la religión organizada cada una se contagió de sus limitaciones, ilusiones e incluso males manifiestos. Como dice un dicho cínico: “Dios transmitió la verdad y el diablo dijo: “Déjame organizarla”.”
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