“El yo que todos usamos para referirnos a nosotros mismos es la raíz. El fundamento, sin el que no habría raíz, es la conciencia silenciosa. Es la madre de todos los budas y también de todos los judas. El perdón de todos los pecados, la bienvenida al hogar. Como animación consciente de la individualidad y, a la vez, informidad consciente, se conoce a sí mismo como exclusivamente uno, y después como todos”.
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