Conferencia de “Aprendemos juntos” de México.
A lo largo de ella Gordon ilustra cómo tanto la ciencia como el arte nos permiten “hacer boquetes en la caja” de nuestras percepciones, ampliando los límites de lo que creemos posible.
Propone que la libertad y la transformación personal y social surgen de la atención, el silencio y la apertura al asombro, y que la belleza y el conocimiento compartido son fuerzas que pueden cambiar nuestra manera de estar en el mundo.
Destacamos:
Pregunta de por qué existe algo cuando pudo no haber existido nada. Mareo cósmico, misterio y asombro.
Investigación a través del arte y de la ciencia, ya que ambos nos permiten salir de las limitaciones que nos imponen nuestros sentidos, ver más allá de las apariencias.
¿Cómo ir más allá de lo que siempre vemos? Tenemos que salirnos del sesgo de la confirmación. Noticias falsas que concuerdan con nuestro mundo y por eso las aceptamos, confirmamos.
La ciencia y el arte nos abren nuevos mundos y experiencias. Son procesos complementarios que abren dos ventanas, la del conocimiento crítico y la de la empatía o emoción que nos acercan a él/la/lo otro.
Tanto arte como ciencia nos llevan al asombro.
La literatura es una soledad acompañada que nos permite una comunicación con alguien que puede haber muerto. La literatura, la poesía, nos hace volvernos una con el otro. Es un sueño de unidad que explora el arte. La sola idea de que pueda existir algo que nos abrace a todas y a todos es muy reconfortante, es una experiencia de espiritualidad laica y que podríamos llamar “la religión de las personas asombradas”.
William Blake: “Si limpiásemos las ventanas de la percepción veríamos la realidad como es, infinita”. Y esa infinitud la vislumbran grandes artistas, científicos, científicas.
La ciencia nos descubre y nos describe que puede haber estados distintos de percepción más refinados. El arte nos da atisbos de lo que han visto grandes creadores y creadoras que nos invitan a investigar horizontes del paisaje humano y de la naturaleza que jamás pensamos que podríamos descubrir.
Debiéramos volver a la curiosidad y el asombro. “Madurar hacia la infancia” volviendo a esa curiosidad y ese asombro que tienen los niños y las niñas. Esto nos abre el canal del pensamiento crítico y nos permite preguntarnos por lo que normalmente bloqueamos por nuestros sesgos. Ir más allá de nuestros prejuicios, abrirnos al otro y a la otra.