En una primera parte el autor plantea esquemáticamente los diferentes desafíos que la nueva cosmología plantea a las religiones, que provienen del cambio que se ha dado tanto en la imagen del cosmos, como en la de la naturaleza, en la del ser humano e incluso en la de Dios. En una segunda parte deduce, a partir de estos cambios de imágenes, los desafíos globales a la imagen tradicional de la religión: un geocentrismo profundo, que aún permanece, la necesidad de «despedirse del mundo de arriba», de revisar el concepto de revelación, de superar el bibliocentrismo, el antropocentrismo que el autor califica como epistemológico, así como el teísmo a favor de un pos-teísmo. Concluye remitiéndose al convencimiento de que estamos en un «nuevo tiempo axial».
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