“Un cuenco es una transmisión sagrada, cuya potencia reside en su capacidad de evocar en nosotros la memoria visceral de su infinita realidad. Esta potencia nos invita a participar de su ser. Un objeto que surge de esta invitación, de alguna manera, lleva su firma. Evoca el acto de contemplar, más que el objeto de la contemplación.”
LEER ARTÍCULO (8 páginas)