Inicio > Blog > EL CAMINO MEDIO NO ES EL MEDIO NI TIENE DOS LADOS (Blog de la Escuela de Desarrollo Transpersonal)

EL CAMINO MEDIO NO ES EL MEDIO NI TIENE DOS LADOS (Blog de la Escuela de Desarrollo Transpersonal)

Las oposiciones excluyentes

Nuestro yo ha vivido en el juego de los opuestos a lo largo de la historia. Nuestros “programas mentales” necesitaban excluir del juego al lado contrario en el intento de lograr una identidad clara. Como Humanidad, hemos padecido durante miles de años la creencia de que para entrar en el cielo debíamos desdeñar los asuntos propios de la tierra. El “más allá” se imponía al “más acá”, con lo que mejor vivir sacrificados durante lo poco o mucho que durase nuestra vida encarnada.

Los egos de los antiguos griegos fueron más perspicaces y, lejos de hacer oposiciones excluyentes, repartieron la baraja. Por una parte, edificaron un templo a Apolo, dios del deber; por la otra, a Dionisio, dios del placer; el uno obliga y el otro embriaga. Los griegos buscaban quedar bien con todos los dioses que, de alguna forma, eran proyecciones de sus voces internas. La antigua cultura griega cuidaba de todas las subpersonalidades, tratando de no sobrealimentar a ninguna en detrimento de otras.

Por su parte, el budismo exalta el camino medio como el mapa que realizó Buda hacia la mente iluminada. Su interiorización sostenida atravesó las diversas capas egoicas hasta el despertar total de la conciencia. La iluminación lograda erradicó su sufrimiento y abrió el camino de la liberación a generaciones futuras. De alguna forma, el discernimiento y la lucidez de este camino medio, que pervive a través de los años, apunta a la paz y la compasión como mapa seguro para la travesía.

El Camino Medio de la Filosofía Budista es la ruta de la silenciación consciente, una vía que permite auto descubrirse en la claridad y calma que somos en esencia. Se trata de un estado que disfruta quien, tras observar y tomar distancia, deja de creerse ser la mente que piensa. Ir más allá del pensamiento permite trascender al ego y habitar el Nirvana.

El poeta sufí Rumi asocia la mente con una casa de huéspedes en la que los pensamientos son los viajeros que por ella circulan. Desde la visión del camino medio, lo permanente no son las emociones ni los pensamientos, sino la casa que las incluye como identidad nuclear y profunda. Rumi, en su metáfora, señala eso que permanece inalterable en la impermanencia.

Integrar para trascender

Para resolver la exclusión lógica de la tesis y la antítesis, la cosa no va de la mera suma de ambas, sino de ir más allá. La síntesis, como tercera punta del triángulo, se conforma al integrar las dos anteriores y, a su vez, trascenderlas.

El término “síntesis” es la nueva avenida que abraza y supera a las dos cunetas de la carretera. Del mismo modo, la figura del hijo no es la madre ni es el padre, sino la mencionada “tercera punta del triángulo”, una entidad nueva que va más lejos que la mera suma biológica.

Cuando enfrentamos una decisión en la que nos sentimos en contradicción entre posiciones internas opuestas, desearíamos contentar a ambas y así salir de la encrucijada. No tengamos entonces la tentación de descafeinar la acción con tibieza; soslayemos las soluciones mediocres y sin potencia creativa. El propio Evangelio, como libro humanista de sabiduría, señala: ¡Ay de los tibios!, indicando que quienes caminan en estado de resignada pasividad y sin compromiso alejan sus almas de la luz y el calor de la vida.

Este enfoque de la tibieza nada tiene que ver con el trasfondo fluido y creativo del sendero medio que ni es el medio, ni tiene dos caras. Dicho sendero medio es tan radical y directo que hace silencio despierto allí por donde pasa. Es el silencio que vive inundando de esencialidad y presencia.

La vacuidad que somos

Recorrer el llamado sendero medio conlleva haberse elevado por la vertical que sostiene al péndulo de la mente que oscila. Si nos enfocamos en la coronilla o punto nuclear más alto, es decir, en el punto desde donde parte el péndulo hacia abajo, comprobaremos que, al igual que en nuestro testigo interno, en él hay la quietud serena y silenciosa. Ahí habita el observador del vaivén, el sujeto nuclear e inamovible que se da cuenta de la oscilación periférica. Del mismo modo, nuestra consciencia testigo observa con ecuánime neutralidad a la noria de la identidad egoica.

Tampoco hay movimiento en el centro de una rueda que gira. Lo mismo sucede en el epicentro del huracán, en el que no se mueve ni una brizna de hierba. Ese centro inamovible somos en esencia: consciencia pura, testigo neutro y desapegado con visión panorámica. Desde ese no lugar observamos a nuestro ego que no cesa de oscilar en la marea de la alternancia. Tan sólo el sujeto existencial es origen y destino en presencia creativa.

El camino medio es la divina proporción pitagórica,

la que nada tiene que ver con cantidades ni medidas,

Eso que alude al Misterio del vacío sin forma.

Tomado de https://escuelatranspersonal.com/360-transpersonal/

Espiritualidad Pamplona-Iruña
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.