Pratityasamutpada es el nombre con el que el budismo mahayana designa uno de los principios más potentes del pensamiento advaita, es decir, uno de los modos no-duales de comprender la realidad y la experiencia.
Suele traducirse como “surgimiento en dependencia” u “origen co-dependiente de todas las cosas”. Más allá de la reducción al “todo depende de todo y/o está conectado con todo”, la idea parte de la base de la no-sustancialidad del mundo: No hay ningún substrato, ningún principio sustentador de la realidad, nada más allá de los fenómenos que de la nada surgen y a la nada van, pero sin que siquiera esta “nada” sea algo sustancial, ni mucho menos definible. De este modo los fenómenos o “las cosas” se sustentan unas a otras, se crean unas a otras simultáneamente en una red de interconexiones que constituye el misterio, el orden y la realidad misma.
Como siempre que, desde nuestros lenguajes duales, intentamos describir la no-dualidad parece que andemos en círculos, que nos perdamos en un laberinto o, en el peor de los casos, que hablemos sin sentido. Sin embargo, el budismo tiene algo maravilloso y es que es muy práctico; pratityasamutpada es un concepto destinado a hacerte más feliz.
La mayor causa de sufrimiento, según el pensamiento budista, que en esto es claramente heredero del hinduismo, es avidya, la ignorancia, una ignorancia que no es carecer de conocimientos en el sentido más común del término, sino que se sustenta en la falsa creencia de ser separado. Creer que eres un individuo, un ser separado y distinto conlleva, necesariamente, la carga del sufrimiento; y comprender que esta separación es una ilusión abre el camino a la iluminación.
Pero el budismo mahayana, además de práctico, es tremendamente coherente y lógico con respecto a las expectativas de esta senda: Si todo está conectado y es co-dependiente de todo, si no hay verdadera diferencia entre “yo” y cualquier otro ser, ¿cómo podría un individuo solo iluminarse? La realización última y la única completa y real es el cese del sufrimiento y la iluminación de todos los seres. Es por eso que una de las oraciones más populares del budismo reza: “Que todos los seres en todas partes sean felices y libres, y puedan los pensamientos, palabras y acciones de mi propia vida contribuir de alguna manera a la felicidad y a la libertad para todos”.
El budismo es un camino espiritual y una ética por necesidad de sus principios gnoseológicos. El egoísmo es simplemente un error, uno que nos sale muy caro, no sólo a los seres humanos sino a toda la vida y al universo en evolución.
Como vía coherente con el pratityasamutpada está el llamado camino del boddisattva, que es aquél que renuncia a la iluminación individual para trabajar en favor de la iluminación y realización de todos los seres. Se comprende como parte indistinguible del todo y trabaja “para el mayor bien”.
Tal como sugiere David Lloyd en su reciente libro y sus charlas sobre el Ecodharma, ¿no será esta vía un buen antídoto ante el desastre social y ecológico en el que vivimos? Sin importar llegar o no a la meta, concienciarnos de que nada somos completamente aislados y de que el trabajo conjunto entre seres humanos, para todos los seres y por un mayor bien y felicidad común para la Tierra (y el Universo) resulta ser, además de una elección necesaria, aquélla que nos puede acercar a la verdadera comprensión de la realidad.
Tomado de https://www.if-autoconocimiento.com/