Y no es solo una idea bonita, sino una intuición, casi una inspiración, como un toque de atención, casi un recuerdo, algo que está escondido muy hondo.
Creo, intuyo, que el silencio espabila mi ser, mi yo de andar por aquí y por allá.
A veces hace parecer que mis huesos fueran invisibles, y mi ser, entonces, los traspasa, expandiéndose a diestra y siniestra; mi ser espabilado traspasa el cuerpo, surge desde lo hondo y lo abraza todo a su paso.
Otras veces es tan chiquito y sigiloso que se cuela por cualquier rendija, o por los poros de mi piel como si nada pudiera retenerlo en el cuerpo, dejando atrás la sensación de estar atrapada o encogida, y cada musculo se estira, y casi casi, siento que crezco… pero solo en apariencia y siempre, siempre, en silencio.
El universo no tiene límites…
Y puedo seguir respirando.
Olvido la mayor parte del tiempo que soy polvo de estrellas, que la vida es movimiento, y que se manifiesta en mí, cada día. Unas veces como grata sorpresa, otras como incesante interrogante… pero la mayoría de las veces pasa casi desapercibido, salvo por ese hilo invisible que tira de mí hacia adentro y hacia afuera a la vez.
El universo no tiene límites…
Y puedo cerrar los ojos, y seguir respirando…
A pesar de las barreras de cada día, las zancadillas de los miedos grandes y pequeños, de las frustraciones y las quejas, de lo incómodo y del dolor que persiste… Porque lo crea o no, no hay límites… y la vida se expande y se derrama en cada instante con nosotros, a través de nosotros, o a pesar de nosotros… Y solo nos queda respirar, seguir respirando, en silencio, con calma.
El universo no tiene límites…
Simone
