A finales de 2019 tuvimos algunas solicitudes en la web para ver si era posible reunir un grupo online. No nos animamos porque pensábamos que sería complicado. Pero en 2021 recibimos algunas más y nuestro grupo ya teníamos experiencia en reuniones on-line por la pandemia. Y así es como surgió el grupo online para compartir la andadura espiritual. El grupo fue tutelado el primer año y después ya lleva su vida independiente con personas de cuatro países.
Entre las primeras en apuntarse estaba Elena, de 83 años en el 2022, residente en Santa Fe, Argentina, a 500 kms. de Buenos Aires. Elena falleció el pasado 8 de junio.
El grupo, conmocionado por la noticia, se reunió el sábado 14 de junio para homenajear y sentir en el corazón a Elena. Os ofrecemos el resumen de la reunión que nos han mandado sus compañeros y compañeras.
Notas de la reunión
La reunión se abrió, como siempre, con un rato de silencio compartido. A veces el silencio es nuestra mejor palabra. Una compañera lo introdujo, con un vídeo casero que recoge una poesía sobre lo que “somos”: unidad con todos los seres, con toda la naturaleza. Introduce además un tango que le gustaba mucho a Elena y que una vez nos puso al final de una reunión. Podéis disfrutarlo aquí:
“Recordar” a Elena
Recordar es volver a hacer presente en el corazón.
«Cuando nos reuníamos a preparar los encuentros con ella, a veces se notaba que no tenía mucha agilidad con la computadora, pero su tenacidad le hacía lograr que fuera posible su conexión. Su afán por estar presente y de contribuir a la preparación era más grande que sus dificultades técnicas».
«Elena inspiraba una ternura maternal a muchos de nosotros, nos recordaba a nuestra mamá. Nos contagiaba esa ternura infinita que la hacía muy entrañable para todos. También nos transmitía mucha paz. Una vez nos compartió sus experiencias más personales. Eso era un acto de amor respecto al grupo».
«De siempre sabíamos que la presencia de Elena era algo muy especial en el grupo. Tenía sus dificultades con las nuevas técnicas, pero al preparar las reuniones siempre se comprometía y se encargaba de las cosas. Su mirada bonita generaba mucha paz».
«Era muy agradecida, siempre daba gracias por poder compartir con nosotros su búsqueda espiritual. Entre nosotros encontró su espacio».
«También nos llamaba la atención su interés por las lecturas. Los autores que ella nombraba eran de una generación más joven que ella y sin embargo los conocía. Su espíritu era joven y libre, amante de la juventud y esperanzada con ella».
«Su edad mental no era la de su vida física. Estaba comprometida con el movimiento ecológico. Cuando las últimas elecciones en Argentina, nos pidió disculpas porque su país hubiera escogido semejante rumbo político. Eso no es posible si no se tiene una gran sensibilidad y una implicación en el mundo».
«En la encuesta que se hizo al principio para formar el grupo, ella se presentaba diciendo que en aquel momento tenía 83 años, que estaba jubilada del campo de la docencia, y textualmente decía: “Soy de raíz católica, era mi práctica diaria, pero alrededor de los años noventa, un día escuché una homilía de un teólogo jesuita que cambió mi camino. Creo que yo era ‘tierra fértil’ para que esas palabras resonaran en mí fuertemente. Desde entonces empecé a buscar y encontrar“».
«Era una mujer capaz de conservar la frescura de estar al día, de aceptar el cambio religioso. Una luchadora. Estaba activa incluso en las redes sociales. Fue un ejemplo para nosotros. Más para los que ya tenemos una edad. Luchó hasta el último momento. Seguro que fue así su muerte. Comentamos otras experiencias cercanas a la muerte que, según testimonios, llevan a una gran confianza y paz. Se aprende a morir, por eso tenemos la certeza de que Elena ha muerto igual como ha vivido, en profundidad y confianza. Y ella sigue viviendo en nuestro pensamiento y en nuestro cariño».
«Elena generó entre nosotros una familiaridad grande. A veces nos sorprendíamos llamándola Elenita, por el cariño con el que ella nos hablaba. Cuando le preguntábamos si le sabía mal que la llamáramos así nos decía que al contrario, que a ella le conmovía. Mujer muy vital y clara en su pensar y en sus compromisos. Amante de su independencia. Nos contagiaba su transparencia. Trascendía su tiempo más allá de su edad».
«Cuando quisimos preguntar en una ocasión qué significaba para nosotros el grupo, ella mandó la foto de un árbol, parece que era un arce milenario de una zona de Argentina, tomada desde abajo para captar su enormidad. Era el símbolo de su persona: en su pequeñez mostraba la grandeza de su alma, como el Arce majestuoso».
«Éste ha sido el encuentro de los “ojillos brillantes“. Nuestro recuerdo a Elena nos ha vivenciado lo que “somos“. Unidos entre nosotros y con ella en la misma profundidad de nuestro ser».
Finalmente presentamos un tango que puede parecer duro, pero ella lo sugirió por la situación que vivía en aquel momento su país. Es triste, pero a la vez es nostálgico. Nos ofrece una síntesis de su vida. La vida es ese ir y volver continuo. El mundo es un mundo de idas y venidas, el recuerdo nos devuelve las nostalgias en medio de nuestras rutinas.
Elena no está, pero sigue su esencia y su espíritu. En ningún momento creímos al verla en la pantalla que eran sus últimas veces entre nosotros. Hoy regresamos para recordarla a través de ese tango “Volver” de Gardel, que escuchamos y al que finalmente hemos hecho una adaptación de su letra:
Elena adivinó el parpadeo – de las sombras que muy dentro – iban fraguando su dolor. – Son las mismas que quisieron – con sus idas y venidas – plantarse en su interior.
Y aunque no negó su regreso – permaneció en ella la compasión. – La libre Elena donde el eco dijo – bella es la vida, bello es el amor. – Frente al amar sensible por la vida – que, con alegría, hoy la ve volver.
Tal vez un poco cansada – las nieves del tiempo platearon su sien. – Sintió que es fugaz la existencia – que 83 años son nada – con su sabia mirada derrotó las sombras – cantando, amando y fluyendo. – Vivió con el alma aferrada – a la vitalidad de quien joven – siempre estuvo de pie.
Tuvo miedo del encuentro – con lo injusto que vuelve – a deshumanizar la vida. – Tuvo miedo de un mundo – doloroso y poco amable – para los que apenas nacen.
Pero era imposible la huida. – No era posible quedarse en el pasado. – No era posible viajar al futuro. – Guardó con ella esa libertad plena, – esa juventud fresca y esa certeza humilde – que fueron la alegría de su corazón.
Gracias, Elena, por tu vida y lo que has compartido.
Estás en nuestros corazones porque te queremos.
Grupo online
Espiritualidad Pamplona-Iruña