Y entonces…
Empiezo a vivir desde esta apariencia que me quiere limitar para buscar la esencia. Que aun en la consciencia de esa esencia, la apariencia sigue interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, la consciencia es perenne.
Empiezo a vivir desde estas sombras que me llevan a buscar la luz. Que aun en la consciencia de esa luz, esas sombras siguen interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, la luz las delata.
Empiezo a vivir desde esta muerte que me lleva a buscar la vida. Que aun en la consciencia de esa vida, la muerte sigue interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, es la vida la que contiene a la muerte.
Empiezo a vivir estos miedos que me llevan a buscar la verdad. Que aun en la consciencia de esa verdad, esos miedos siguen interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, la verdad los desvanece.
Empiezo a vivir estos sentimientos mezquinos que me llevan a buscar al DIOS que me habita. Que aun en la consciencia de su SER en mí, esos sentimientos mezquinos siguen interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, DIOS siempre está ahí.
Empiezo a vivir estos apegos que me llevan a buscar el amor. Que aún en la consciencia de ese amor, esos apegos siguen interponiéndose. Pero por fortuna, en el silencio, el amor permite que los suelte.
Empiezo a vivir estos afectos, los que las personas me regalan y los que me permiten regalar, que nos llevan a VIVIR el amor. Que en la consciencia de ese amor podemos vivir con plenitud. Y por fortuna, en el silencio, son toda una certeza.
En fin. Gracias por ayudarme a aceptar que en medio del silencio los pensamientos vienen, pero también se van. Y a descubrir que cuando SOMOS, las sombras vienen, pero también se van.
María Leonor
