Entrevista de Aurelio Álvarez, de Tú mismo”, a Enrique Martínez Lozano en octubre de 2025 para presentar y comentar el libro que acaba de publicar sobre la culpa: “Vivir sin culpa”.
Destacamos:
La culpa no es un sentimiento, sólo es una creencia errónea, un contenido mental.
La creencia se basa en … yo no soy lo que debería ser. Una vez que el niño se lo cree, ahí ha nacido la culpa.
De la mano de la culpa va otra creencia, que es la del castigo. Me siento culpable, entonces merezco un castigo como expiación.
La culpa distorsiona la relación con nosotros mismos y esto nos lleva a una falta de amor a nuestra persona.
Cuando se entiende la expulsión del paraíso en la Biblia como un relato mítico, entonces contiene mucha sabiduría. El fallo es que nuestros antepasados, al hacer una lectura literal, lo consideraron como un paso atrás. Y en realidad fue un avance evolutivo que nos sacó del paraíso animal y nos abrió al mundo de la autoconsciencia.
Nuestro pecado original habría que traducirlo a nuestra ignorancia original. Ignorancia que nos hace considerarnos como un ser separado y por lo tanto solo, con miedo y con ansiedad.
La responsabilidad está en el centro de dos extremos erróneos, y por lo tanto nocivos, que son la culpabilidad y su opuesto, que sería la irresponsabilidad. Respondo a lo que la vida me trae: ni me lavo las manos en la indiferencia narcisista, ni me machaco desde una culpa que me hunde.
Criterio para saber si vivo responsablemente. Si tiendo hacia la irresponsabilidad sentiré distancia de las cosas, indiferencia y hasta pasotismo. Si estoy en la culpa sufriré hundimiento, mucho peso. Sin embargo, el peso o dolor que siento cuando me hago responsable de algo que he hecho no me hunde, sino que me moviliza.
El arrepentimiento es una actitud tramposa. Me siento mal, me recrimino y desde ahí nace el arrepentirme. Pero lo hago desde un lugar equivocado, ya que con ello fortalezco el sentimiento de culpa. El arrepentimiento limpio nace de un lugar de mayor comprensión, de paz con uno mismo o con una misma, y desde allí reconozco que he hecho mal o que no he sido coherente.
Libre albedrío. Decir algo en contra de esto hace saltar todas las alarmas, ya que ataca a nuestro ego. Nadie es libre; lo difícil es ser nadie.
Cuando dejamos de identificarnos con el yo y descubrimos nuestra identidad (nadie) allí descubrimos la libertad. No tenemos libre albedrío, pero somos libertad. Puzle bellísimo y armonioso en cada detalle.
No perder el oriente, donde nace la luz, de que en nuestro origen somos inocencia y no la perdemos nunca. Cuando se presenta la culpa, nubla nuestra inocencia, queda distorsionada y no nos permite ver el fondo inocente que somos. Solo quien ve su inocencia interna puede ver la de las demás personas. Es una inocencia de la que no me apropio, ni presumo.

