“Lo que queda (la muerte) no es nada perceptible o concebible. Es el núcleo mismo de tu ser, el corazón mismo de este momento. No es ni grande ni pequeño, porque es adimensional, atemporal, aespacial, siempre presente, no nacido, inmortal. Así como el ojo no puede verse a sí mismo, esta unicidad no puede verse ni captarse como un objeto. Y, sin embargo, no hay ningún lugar que no lo sea. Es todo lo que hay.”
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