«El punto de partida de nuestras discusiones fue la pregunta: «¿Cuál es el futuro de la humanidad?» Esta pregunta es ya de vital interés para todo el mundo, porque resulta muy evidente que la ciencia moderna y la tecnología han abierto posibilidades inmensas de destrucción. Mientras conversábamos, pronto se hizo claro que el origen fundamental de esta situación se encuentra en la condición mental, generalmente confusa, de la humanidad, condición que a este respecto no ha cambiado básicamente a lo largo de toda la historia registrada, y quizás desde mucho antes. Como es obvio, era esencial investigar profundamente la raíz de esta dificultad, averiguar si es de algún modo posible que la humanidad se aparte de su peligroso curso actual.»
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