Si hubiera…, expresión curiosa que poco a poco va desapareciendo de mis dichos diarios. Incluso me resuena raro cuando otros la pronuncian a mi alrededor. Me ha costado, pero me voy dando cuenta de que no llevan a ningún sitio. No aclaran nada. No facilitan nada. No cambian nada.
Pero siguen enganchadas a mí expresiones habituales con las que me reconozco anclada al pasado o esperando demasiado de un futuro que parece que nunca llega… los “si pudiera”.
Qué peligroso es ese dichoso condicional acompañando de cualquier verbo. Mi mente tiene una habilidad especial para llenarlos de sentido que expresen una hondura vivida que sobrevive, siempre sobreviviendo.
Si pudiera…
Si pudiera borrar los recuerdos que me enferman tanto por dentro.
Desdecirme de tanta palabra airada, de tantas otras palabras olvidadas, reprimidas o censuradas; palabras susurradas cuando nadie me ve o gritadas sin control, pronunciadas en silencio y tan solo en mi mente.
Si pudiera deshacer tanto daño como he hecho…
Comprender que un abrazo no es una amenaza, que las caricias son gestos de cariño, de afecto y cercanía, de quien esta a mi lado, o de mi misma.
Si pudiera descifrar las marañas, desenredar los nudos de mi mente
No sentirme tan doliente, tan invisible, ¡tan sola!… y dejar de sentir el frío por dentro, agarrado a mis huesos, frio que no cede por gruesa y cálida que sea la manta.
Si pudiera…
Si pudiera dejar de llorar las ruinas que siempre quedan atrás a cada paso.
Dejar ir los recuerdos de lo que fue, de lo que me digo que fue… Acallar los susurros de lo que nunca llegó a ser, más allá de los sueños y la imaginación. Dejar atrás los reproches que queman por dentro, que parece que los escupo como insultos ante mis fallos.
Si pudiera curar mis heridas… calmar el llanto silencioso y molesto de mi niña; sostener el dolor que no cesa en mi cuerpo ya adulto; rebajar la tensión de mis músculos y de mis entrañas….
Si pudiera hacer esto y un poco más, y ¡descansar!.
Descansar y estar, solo estar en cada gesto y en cada caricia, presente y viva. Consciente de la vida y la historia que todavía duelen hoy, que perduran en el tiempo; que aunque las encierre en el cuarto del olvido se escapan constantemente por cualquier resquicio, por la más mínima brecha…. ¡Dichosas brechas!, que la consciencia y el silencio abren, y nunca cierran, nunca parecen que se cierran.
Consciente a la vida y la historia que hablan de mí…
¿Hablan de mí?, ¿seguro?
Es curioso, vivir en el presente, escuchar el silencio, atender lo que llega, abren dudas curiosas.
Y quizás, esa vida, esa historia no hablan tanto de mí como pensaba, como mi mente me ha hecho siempre creer. Quizá solo habla de esa apariencia que creo ser; y mi fondo tímido y expectante, siempre anhelante, aguarda escondido, agazapado, ese momento no tanto de despiste sino de pura consciencia, simple consciencia, para emerger y acampar… quizá para siempre, o solo por hoy, ¡qué más da!
¡¡¡Y entonces, quizá, dejaré de conjugar los si pudiera…!!!
Simone