Como enseña la tradición yóguica, la clave para conciliar las dualidades está en la mirada ecuánime, por lo que una actitud receptiva no tendría por qué implicar fe ciega, de la misma manera que la rigurosidad científica no debería generar rechazo hacia lo incomprendido.
Si el lema del paradigma materialista es “ver para creer”, el enfoque yóguico podría ser más bien “creer para ver”.
¡Pero atención! El yoga no es un camino de creencia sino de conocimiento. Las creencias nunca serán suficientes en este viaje; es más, puede que sean un obstáculo. Sin embargo, lo que sí se nos requiere de manera impepinable es fe (shraddhá), o si prefieren, confianza.
Fe no necesariamente en algo certero o inquebrantable, sino la misma confianza básica que todos tenemos cuando pedimos direcciones por la calle a un transeúnte desconocido.
Cuando hablamos de yoga, esta confianza se traduce en estar receptivos a la enseñanza, el texto, el método o el maestro correspondiente. Una vez que comenzamos a aplicar de forma práctica, en nuestra experiencia personal, las enseñanzas teóricas, entonces podemos confirmarlas o refutarlas. Si se confirman, habremos ganado en bienestar, libertad y felicidad.
Y si, en cambio, el transeúnte nos ha dado las direcciones equivocadas, entonces sí podremos refutarlo a los cuatro vientos, con total conocimiento de causa.
Como escribe Hari Dasa, profesor español de yoga y vedanta:
“La creencia en sí no es mala si no es nociva. Lo que es malo es quedarse estancado en la creencia. El camino espiritual comienza con la creencia (astikya, en sánscrito)), evoluciona hacia la fe (shraddhá), y culmina en la experiencia (anubhava)”[i].
Toda esta discusión nos trae a un punto esencial: el camino del yoga sólo tiene sentido si se pone en práctica.
El análisis intelectual es un componente importante de este proceso, a la vez que no es suficiente. Asimismo, la teoría yóguica que estudiamos es una manera de sistematizar unas enseñanzas para que así sean más fáciles de acceder para el aspirante, pero de ninguna manera reemplazan la aplicación práctica de esas enseñanzas.
El Dattatreyayogashastra, un manual tradicional de hatha yoga del siglo XIII, lo expresa con claridad meridiana:
“El éxito llega a aquella persona que realiza las prácticas. ¿Cómo podría llegarle a alguien que no las realiza?”[ii].
Cuando se dice “realizar la práctica” no se trata simplemente de sentarse a meditar o de hacer unas posturas cada día, sino que su objetivo es realmente pragmático, es decir, tiene una utilidad muy definida, lo que en la mayoría de sus aplicaciones se expresa como la liberación del sufrimiento en sus diversas facetas: dolor físico, ansiedad emocional, agitación mental, duda existencial, desencanto con la vida, vacío espiritual…
Suena ambicioso. Y lo es. Por ello la teoría sirve para contextualizar, guiar en momentos de confusión, ofrecer opciones o incluso dar inspiración, pero no alcanza. Si nunca hemos probado un plátano, ¿de qué sirve que nos muestren una fotografía y nos expliquen con lujo de detalles su sabor? ¿Acaso esas palabras nos quitarán el hambre?
Los eruditos y los intelectuales del yoga tienen su razón de ser, claro, pero siempre subordinados al objetivo final: volvernos más libres y conscientes.
Por ello, el mejor consejo que podemos escuchar sobre la importancia de la práctica lo expresa el Yoga Bhashya, el más antiguo comentario al texto clásico del yoga mental:
“El yoga debe conocerse mediante el yoga; el yoga conduce al yoga. Realmente, quien sea cuidadoso en la práctica del yoga, permanecerá siempre deleitándose en la práctica del yoga”[iii].
Al ser una afirmación circular nos puede dejar una sensación de ambigüedad, pero en realidad nos informa de un factor crucial: yoga es tanto la metodología que se utiliza (el camino) como el estado final que se busca (el destino).
Es decir, hacemos yoga para alcanzar el estado de yoga.
Por supuesto, todavía queda en el tintero el meollo de la cuestión: definir en detalle qué es yoga.
Eso lo dejamos para un próximo artículo.
[i] Hari Dasa. La oración en el hinduismo. Revista Ganapati. Nº1 – junio 2021.
[ii] Dattatreyayogayogaśāstra (41-42)
[iii] Vyāsa, Yoga Bhāṣya, 3.6
Tomado de https://hijodevecino.net/2024/06/24/practica-teoria-y-filosofia-del-yoga/