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QUÉ TORPES SOMOS (Sonia Goyeneche – ‘Simone’ )

Muchas cosas se dicen sobre la vida, y la mayoría de las veces depende de nuestros estados de ánimo. Usamos expresiones duales (es corta, larga, es bonita, es horrible…) y hacemos verdaderos esfuerzos en describirla; siempre mirándola desde nuestra única perspectiva pequeñita, pequeñita.

Y hacemos de la vida “algo”, como si pudiéramos amarrarlo, como un globo que sujetamos con una cuerda.

Dicen que la vida empieza cuando nacemos; también se dice que la vida acaba cuando morimos.  Esos son los límites que nos atrevemos a decir, y que responden a nuestros miedos a lo desconocido, a lo misterioso.

La describimos a veces como una intemperie que es a la par maestra, una intemperie donde nuestra mente no hace pie y se nubla. Decimos de ella, también, que es constante arrullo; que es música de fondo, que siempre acompaña a ritmos diferentes; que siempre posibilita; que es un trayecto o un viaje, pero sin principio ni fin; que es una recompensa en sí misma… Desde los poetas o las artistas, todas a su manera intentan expresarla… pero la vida siempre se nos escapa como arena entre los dedos.

Y se nos olvida lo poco que sabemos… Sinceramente, no tenemos ni idea de qué es la vida. O por lo menos yo. La ciencia, la religión, la física, todas buscan responder… y nos dan respuestas que calman nuestros miedos, y nos hinchan el ego y el orgullo porque decimos entender o descifrar los grandes misterios…

Pero nos quedamos en silencio, sólo podemos guardar silencio al contemplar el mar embravecido, y el lago en calma, o una florecilla pequeña, o cuando olemos una rosa, o cuando descubrimos que no hay dos rosas iguales o escuchamos el rumor de los árboles… Porque sí, todo esto es vida, y tiene poco que ver con las palabras que usamos.

Necesitaría dos vidas, una para vivirla y otra para poder contarla. Y mientras tanto nos enredamos, me enredo en intentar definirla… Porque para el ser humano sólo existe aquello que podemos definir, aquello que podemos nombrar, describir. Y no nos damos cuenta de que sólo nos limitamos a crear velos que nos alejan de lo que realmente es.

Qué torpes somos…

Pero cuando la vida te alcanza y se derrama en ti, las palabras sobran. Y basta una respiración honda y profunda, una mirada y una sonrisa, para acercarte al misterio. Incluso me atrevería a decir bajito que el miedo a la muerte se diluye un tanto así, lo que abarcan dos dedos de una mano que se abren suavemente.

Pero son tan sólo intuiciones…

Sin intuición, sin fiarte de ellas, es como estar desenchufada de la fuente que nos alimenta. Ni siquiera el poder del silencio, su fuerza, nos puede conectar; salvo, quizás, los pequeños chisporroteos efímeros, única eternidad que conocemos…

¡Y creeríamos  haber llegado! ¡Qué torpes somos!

Sonia Goyeneche (Simone)