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SER CARACOL (Simone)

En un ciclo de espiritualidad de la Biblioteca General de Navarra, Fidel Delgado nos dejó como regalo la imagen de un caracol. Y este trajo a mi memoria…

En 2016, en un lugar llamado la Ciudadela, en mi ciudad, se hizo una exposición con los restos de poda. La mayoría de los trabajos eran una especie de nidos enormes alrededor de varios árboles. Buscaban acoger a todo aquel o aquella que lo deseara y se atreviese a sentirse un poco niño o niña otra vez, para tocar y jugar con el arte.

A pesar de mi alto sentido del ridículo, busqué la forma de entrar en esos nidos y sentarme al pie del árbol, rodeada y acogida, abrazada de alguna manera por la madera. Era un estar en casa diferente, novedoso y, sobre todo, rompedor. Quien se sabe sentada en un nido se abre a sentirse en casa en medio del parque.

Pero había, un poco separado de la zona de los nidos, un hermoso caracol. Todo un señor caracol. Es curioso cómo las cosas nos llegan y nos calan cuando estamos preparadas para ello.

Llevo la foto en mi teléfono desde entonces, hace casi 7 años, y de vez en vez me topo con ella y… sigue haciéndome sonreír.

A veces las casualidades no son suficientes y es necesario que se alineen los astros, o que alguien te recuerde que estuvo antes, para caer en la cuenta de que la vida tenía una de esas pistas que una tanto busca y parece que nunca encuentra: El caracol lleva todo lo que necesita consigo por la vida. Representa de alguna manera la calma y la quietud, no tanto la lentitud sino la sabiduría de la calma y la quietud. No necesita importunar a la vida con peticiones de carencias aparentes que no tiene; su ritmo es lento, pero con ello descubre la belleza de los detalles asombrosos que se pierden entre las prisas de unas y las rutinas de otros.

Es curioso cómo la vida nos llena de pistas en las cosas más sencillas y cómo nuestro presente necesita de deslumbramientos para caer en la cuenta.

Si fuera caracol la vida sería la misma, aunque en apariencia podría parecerme más fácil. Y es que la mayoría de la veces pongo más atención en las dificultades… en ese algo que solo los seres humanos apreciamos lo suficientemente para dale una categoría y un poder, algo que hemos inventado para enredarnos, justificarnos, complicarnos y separarnos de lo real.

Tengo que aprender a ser un poco caracol y descubrir que, en mi hondura, tengo todo lo que necesito, aunque no dejo de buscar fuera; siento que necesito confiar en que mi casa es mi profundidad y que nada falta. Tengo que aprender a ser un poco caracol y disfrutar del trocito de suelo que aquí y ahora conforma mi presente, me sostiene y a cada instante… sigue sosteniéndome.

Simone