Escuchar lo que pasa en la cabeza, esto es fácil.
Nos hemos entrenado toda la vida. Y no solo escuchamos, sino que además le damos conversación.
Escuchar el susurro del Silencio profundo es lo que parece misión imposible.
La sorpresa llega cuando puedes escuchar ambas, aunque también es un poco de locura, sobre todo al principio.
El silencio se convierte en una música de fondo que casi, casi, pasa desapercibida, demasiado desapercibida.
La aventura empieza cuando descubres, normalmente de chiripa o de casualidad, que puedes poner atención a una o a otra, y así una u otra se acalla.
Es como un juego.
Pero sin reglas…
… de poco a poco.
Despacio,
sin prisas.
Hasta que te colocas en ese punto en el que simplemente puedes escuchar.
Pero la mente, la cabeza, grita, empuja, no deja de enredar… como una de esas moscas de verano que revolotean delante y pegada a ti, como si no hubiera más espacio en el mundo.
Y el silencio solo calla y espera.
Simone
