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SOBRE LA SOLEDAD (Simone)

Solitariedad, estar sola, sentirse sola… expresiones que nos hablan desde distintas perspectivas de la soledad. Tendemos a nombrar todo de igual manera, pero en el fondo son expresiones diferentes o, mejor dicho, experiencias distintas.

La soledad puede ser causada por las circunstancias que un día ocurrieron, que te sorprenden, te empujan y te atrapan en ella. Circunstancias que quedaron fuera de tu control, que supusieron una pérdida. Pero también puede ser buscada, más que causada, por un proceso, por una forma de estar, de elegir vivir. Es un tipo de convivencia con una misma; convivencia que precisa un conocimiento y una comprensión en autenticidad, con libertad con ese ser que durante demasiado tiempo no dejó de ser un desconocido. Nos enseñan a relacionarnos con los demás, nosotras y nosotros mismos quedamos fuera de toda posibilidad de aprendizaje.

Estar sola habla de una realidad, es una descripción física de lo que sucede. Soy una expresión individual, un solo cuerpo.

Estar sola nada tiene que ver con sentirse sola.

Sentirse sola es echar de menos todo el tiempo a alguien, cualquier alguien; tener la creencia de que las personas somos incompletas y necesitadas de nuestra media naranja para ser felices; creer que la compañía llenará nuestros vacíos y calmará nuestra ansiedad. La Soledad da miedo, se nos enseña a temerla, se me enseñó a tenerle miedo.

Sentirse sola nada tiene que ver con ser sola.

Ser sola es nuestra profundidad, es una característica, una forma de nombrarlo, como no-dos, ni una ni tres, sin diferencias.

Si me preguntas si me agrada estar con tu compañía o con la de otras personas, mi respuesta sería que sí.

Si me preguntas si os echo de menos a la gente con la que comparto, la respuesta en días de confinamiento es que por supuesto, que mucho y que hay días que duele.

Si me preguntas si os necesito a las amigos y compañeros de los grupos, mi respuesta es que vernos juntos es más que un simpe deseo.

Si alguien me dice que hay cosas que son mas fáciles cuando se comparten con otras personas, yo añadiría que odio complicar las cosas.

Sin embargo, cada vez tengo más claro que puedo vivir sin vosotras y sin vosotros, sin ti, pero nunca, nunca más sin mi.

Aprender a ser sola es aprender a soltar…

No sé cómo explicarlo. No encuentro las palabras exactas, tan solo encuentro una forma de rodear, de aproximarme, como si fuera un “es así, pero no del todo”.

Para mí, hoy se me abre algo nuevo, hablar de desapego es hablar de soledad, desde alguna de sus perspectivas.

Soy consciente de que la experiencia profunda de unidad sostiene la experiencia dolorosa de la soledad, pero no se queda ahí, la sostiene para transformarla, transformarla en aprendizaje de ser sola.

Hoy el momento de confinamiento en casa, sola, se transforma en momentos de abrazar mis cicatrices; en momentos de mimar mis tiempos conmigo; se transforma en consciencia para descubrir que la solitariedad no tiene por qué ser soledad, ni sentimiento de soledad

La solitariedad puedo elegirla o no.

Libertad de decidir, a cada instante, desde dónde quiero vivir. Si quiero permanecer atrapada por circunstancias pasadas o permanecer en esa profundidad que soy, más allá de con quien convivo. Es necesario estar atenta a esos movimientos que surgen por dentro y esos pensamientos que pueden estar equivocados y crean confusión. Necesito crecer en libertad.

Rendirme hoy a ser sola pasa por transitar las circunstancias que ayer me llevaron a vivir en Soledad, y me atraparon en ella, y malamente yo acepté; pasa por hablar con cada circunstancia; pasa por Ser consciente, aceptar y abrir las manos para dejar ir cada dolor llorándolo, sabiendo de la pérdida y la ganancia que obtuve en el pasado y también lo que gano y pierdo hoy, aquí y ahora.

Rendirme hoy es decir sí a lo que viene, es salvar la distancia de elegir lo que durante tanto tiempo creí mi jaula; pasa por dejar ir las ensoñaciones que siguen hablando de la compañía como salvación y normalidad; pasa por aceptar el miedo, aceptar el odio y el amor que hay detrás de cada instante, de cada rincón; pasa por poner fin a las falsas creencias de castigos divinos o de mortales, que tengo tatuado por dentro a fuego; pasa por preguntarme desde la libertad ¿quiero estar sola? ¿quiero ser sola?; pasa por dejar de agarrarme a sentimientos de vacíos, como eternas excusas.

Salvar la distancia de elegir lo que durante tanto tiempo creí mi jaula…

¡Cuánto miedo da ver la diferencia!

Simone