Aquí y ahora…
Estoy aquí. En este momento y soy consciente de que muchas cosas han pasado. Si una echa la mirada atrás descubre que tiene mucho trecho hecho, mucha vida, deshilachada y vuelta a coser; pero casi lo único seguro es que estoy aquí.
Aquí donde mis pies se sustentan, erguidos. Unas veces con la cabeza en lo alto y otras a duras penas asoman mis ojos entre los hombros. Quizás el miedo, quizás aquello que llamamos culpa o la vergüenza que ni come ni deja comer, hacen que los cuerpos se encorven y nuestras cabezas se hundan…. Pero aun así seguimos aquí.
A veces añoro lo que fue… Pero no puedo olvidar que, pese a todo, todo fue perfecto…
También fue perfecto aquel mal sueño donde los monstruos devoraron las flores y aplastaron el prado convirtiendo un terreno hermoso en un páramo, seco, agrietado.
También fue perfecta aquella tormenta que parecía engullirse la vida, que dejó un reguero de inundaciones, charcos y salpicaduras, donde todo quedó embarrado, sucio, pegajoso.
También fue perfecto las muchas lágrimas, unas derramadas otras tragadas, las pataletas que no te llevan a ningún lado y solo te sacan de ti misma, te llevan a la periferia, te arrastran lejos de ti a lugares en apariencia mejores… pero siempre, siempre lejos de ti.
También fue perfecto cuando dolía a rabiar, cuando el sueño no llegaba, cuando no podía abrir los ojos, cuando todo mi cuerpo se dormía y yo permanecía en vela y prisionera, atrapada en ese espacio entre la vigilia y el sueño…
Todo fue perfecto entre mentiras y chismes, entre dramas y melodramas, entre fantasías y medias verdades…
Hasta llegar aquí… todo fue perfecto.
Y a una le cuesta descubrirse aquí. Aquí y ahora. De pie, con la postura recobrada… reconociéndose.
A una le cuesta mirarse aquí y dejar de mirar al pasado que ata, seduce y embruja… Quizás porque, sin saberlo, una sabía que todo era perfecto y poco se necesita para recobrar la mirada al frente y verte de cuerpo entero, como en un gran espejo con todo lo bueno, con todo lo que te gusta y lo que no, porque todo es perfecto. Y es perfecto porque es cuanto tiene que ser.
Y cuesta pronunciar la palabra “todo”, porque encierra un pasado con muchos acentos, con muchas tonalidades, y una nunca estuvo de acuerdo con lo que tocaba. Siempre añorando lo pasado, lo más pasado, echando de menos el brillo del que camina a nuestro lado, esa envidia que en apariencia pudiera decirse sana, pero no hay nada de sano en echar de menos lo que una no es capaz de reconocerse.
Y hoy aquí y ahora… nada parece un cuento. Y sin embargo nada deja de formar parte de esa charla interna que nuestra mente nos susurra, nos balbucea, nos grita y no deja de repetirnos, porque en el fondo ella, nuestra mente, siempre supo que todo estaba perfecto… Pero solo en nuestra insuficiencia, en nuestro malestar, podía ella ser la reina y podía ser la respuesta a eso que pocas veces, desde la inconsciencia, una puede idear quién soy.
Y decir hoy que todo fue perfecto es dejar hoy a mi mente en la niebla… donde no coordina nada, y colocarse una en un lugar diferente.
Sonia Goyeneche