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UN ENCUENTRO DE GRUPOS: COMPARTIENDO PROCESOS DE VIDA (Alberto Lafarga)

Como todo encuentro entre personas que buscamos compartir un poco lo que estamos viviendo empezamos por presentarnos, pues no todas nos conocemos. La propuesta es que cada uno, cada una, pongamos junto a nuestro nombre, al presentarnos, el de ese árbol que está significando algo en nuestra vida, que nos conecta con la Naturaleza, con la Vida de la que nos sentimos parte. Y surge de ahí la diversidad de historias nuestras junto a hayas, higueras, acebos, cipreses, sauces, árboles frutales… Sentimos juntas que somos más que seres solos y comenzamos a vibrar con la vida de otras.

Después viene un espacio para el silencio, que empezamos con un poema, “Viaje”, que nos trae a su autora junto a nosotras. Lo escuchamos y dejamos en silencio que nos abra otras puertas, tal vez a la escucha, tal vez a sentir latir la vida en cada aliento, tal vez al misterio… puesto que cuando los pensamientos callan algo nuevo surge y, no sé muy bien por qué curioso motivo, surge más fácilmente cuando es silencio compartido en grupo.

Con este buen clima pasamos a abordar el motivo de nuestro encuentro, que no es otro que compartir la experiencia que estamos viviendo en los distintos grupos de profundización en la espiritualidad. Somos cuatro grupos, o más bien habría que decir que somos tres y un cuarto “telegrupo”, un grupo un poco especial, que se reúne por videoconferencia y se distingue por su diversidad, con personas que se conectan desde Colombia, Argentina, Austria, Cataluña, País Vasco y Navarra.

Este año, en este nuestro único encuentro anual, hemos querido que el compartir fuera un poco más allá del relato de lo que hacemos o los temas que tratamos. Nos propusimos compartir más bien los momentos más intensos, las experiencias más vitales que han marcado la vida de nuestros grupos durante este último año. Y desde ahí surge de nuevo la riqueza de esas experiencias vitales, intensas, cuando se intenta compartirlas. Y digo se intenta, puesto que a menudo las palabras se quedan cortas, y comprendemos el sentimiento que trasmiten mejor con el corazón que con la mente que escudriña significados con patrones limitados.

Así van surgiendo experiencias de muerte, en uno de los grupos, pero muerte que suena más a celebración de la vida desde el agradecimiento a quien se fue, incluso para quienes escuchamos con atención el relato de esa intensa experiencia vivida en grupo. Otro grupo comparte experiencias de enfermedad, de dolor, que mueve a la empatía, pero que también abre interrogantes al sentido de la vida que somos, y que se muestran más intensos en esos momentos fuertes. Otro grupo se interroga cuando algunas personas deciden marcharse por motivos distintos; su crítica es, al mismo tiempo, una llamada de atención y una demanda que no supimos o no pudimos atender. Otro grupo habla de las tensiones que la propia diversidad, o el momento de cada persona, provoca; y constata cómo, a pesar de todo, cada persona va haciendo su camino de crecimiento personal.

También el compartir es momento de aprender y copiar, pues aquellas cosas que funcionan bien en un grupo despiertan el interés de los otros, y cada cual va tomando sus notas. Temas como los cuidados, la sexualidad, la soledad, la sombra, la ciencia y la espiritualidad, la gratitud en la vida, el perdón, la vulnerabilidad y la fragilidad, la impermanencia-muerte… resuenan y resultan inspiradores de nuevas propuestas que se irán materializando en este nuevo curso. Metodologías, formas de hacer, que se muestran como instrumentos válidos para crecer como grupos o para crear el ambiente propicio para el crecimiento personal. Esa práctica de “cómo venimos hoy” antes de iniciar un encuentro, por ejemplo, está ayudando mucho a compartir la vida, a conocernos, a estar más cerca unos de otras cuando es necesario. Algún grupo nos habla de su proceso de preparación de cada encuentro con mimo, con detalle, desde elegir el tema hasta documentarlo e incluso el modo de dinamizarlo. En contraste, otro grupo habla del valor de lo que surge y de cómo una experiencia de una persona ha dado contenido a todo un encuentro. Hablamos de la tensión entre compartir lo que pensamos y compartir lo que sentimos y vivimos. Y cómo, aunque es más esto último lo que buscamos, no siempre lo conseguimos. Bueno, y muchas más cosas con las que no me voy a extender puesto que para eso ya tenemos un acta.

Qué bien viene también ese momentico del café para la charla informal y el disfrute de unas pastas. Es bueno no olvidarse de los detalles y agradecer a las personas que lo han pensado y han traído lo que hacía falta.

Si la primera parte de nuestro encuentro fue centrada en compartir la experiencia de los grupos, la segunda quiso ser más compartir la experiencia personal, los procesos de cada uno y de cada una. Y para ello también tuvimos un momentico previo, de esos de crear el ambiente apropiado. Y ese momento fue también de silencio, pero esta vez conectado con la crudeza de la historia humana, abriéndonos al genocidio que estamos sufriendo en Gaza. Un momento entrañable, gracias a las voces de Refaat Alareer y Fatma Nazzal, poetas de Palestina que denuncian y reclaman.

La propuesta era que las personas que quisieran compartieran sus procesos personales en el camino de la espiritualidad, así como suena. Bueno, pues todo el mundo quiso compartir y la riqueza de ese espacio fue muy grande.

Las historias, en muchos casos, tienen su origen en el cristianismo comprometido y en las comunidades de base. Y los procesos comparten el descubrimiento progresivo de la no dualidad y la apertura a una espiritualidad que ya no se nutre de creencias y ritos tan propios de la religión de la que venimos, sino de vivencias, meditación, silencio… Sin embargo, varias personas expresan cómo sigue viva en ellas una ética cristiana que mira la historia desde los márgenes, desde los pobres, desde la justicia… y se resume en el amor, no sólo a los seres humanos, sino que se va extendiendo al resto de seres, a la Naturaleza, a la Vida.

Me impresiona escuchar experiencias de trascendencia, como quien siente la presencia de su madre ya fallecida o de otros seres queridos que ya se fueron con los que puede dialogar, o de quien narra la experiencia de cerrar los ojos y verse salir a toda velocidad y tener que abrirlos para serenarse, sin entender qué estaba pasando… También la persona que narra cómo siente una paz enorme ante la proximidad de la muerte. Varias personas expresan sus vivencias al estar en el monte, en la Naturaleza y sentir esa conexión profunda de la que surge plenitud, admiración, agradecimiento…

En las comunicaciones aparecen repetidamente palabras clave como poner consciencia a lo que vivimos y sentir cómo el afuera y el adentro va fluyendo de manera más unificada. También van surgiendo nombres de maestros espirituales como Garrido, Arregi, Martínez Lozano… o bien otras puertas de entrada como el yoga o el mindfulness, aunque también hay quien, sin menospreciar la contribución de los maestros, reclama más la escucha interior como otra nueva puerta de entrada que va descubriendo en su proceso espiritual.

Y así llegamos al final que, como todo buen final, necesita un cierre. Y el nuestro, en este caso, estuvo a la altura, conectándonos de nuevo con la realidad de quienes sufren, que hoy vemos encarnada en Gaza. Queremos expresar así esa espiritualidad que queremos vivir bien encarnada en el presente, aunque sea un presente que duele. Vídeo canción Venceremos

Terminamos compartiendo una palabra final que suena a agradecimiento y felicidad por la experiencia.

Alberto Lafarga

 

Espiritualidad Pamplona-Iruña
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