Este es el título que ha englobado el X Foro de Espiritualidad de Logroño, al que se podía acceder de forma presencial y online, el último fin de semana de enero. El ambiente, la presencia del público en la sala, abundante sin los agobios de otros años, la flexibilidad debida a las restricciones de la pandemia… hizo que el Foro se mostrase resucitado y nos trajese la memoria de otros años.
Hay que felicitar a la organización. Nada quedó descuidado. Todas las personas que participamos nos sentimos acogidas, aunque estuviésemos frente a una pantalla. Además, la selección de las y los ponentes, que en su mayoría se estrenaban en el Foro, hacían de entrada más atractivas las conferencias.
Quizá el contenido de las mismas resultó demasiado centrado en lo psicológico y biológico, incluso en las terapias y caminos de desarrollo personal.
El ambiente, el intercambio, los comentarios, algo mermados por la cosa sanitaria, no pudo vivirse tan intensamente.
No vamos a poder ofrecer las conferencias en nuestra web, ya que está limitada su reproducción a las personas inscritas, presencialmente u online. Procuraremos compensarlo ofreciendo, a través de nuestro Novedades, otras conferencias y artículos de las y los ponentes. Esperemos que en el 2023, ya sin pandemia, volvamos a las buenas costumbres, socializando lo más posible los contenidos.
Acabó como empezó. Con esa Danza de Bendición que siempre humedece nuestros ojos.
Bendición, bien decir de todas las personas y para todas las personas. Somos Bendición.
Cariño y gratitud para la gente del Foro de Logroño.
Recogemos ahora una breve reseña de las conferencias:
Conciencia, muerte y humanidad
La primera conferencia estuvo a cargo de Luján Comás (eldiadigital.es entrevista a Luján Comas), una médica que ejerció en Barcelona y que actualmente imparte conferencias y cursos y lleva a cabo estudios sobre la muerte, las Experiencias Cercanas a la Muerte, etc.
Su ponencia se centró en una vida más consciente, abierta al cambio y al fluir de los acontecimientos. Una vida que es energía y que hemos de vivir, como sintetizó al final, en el aquí y el ahora desde el corazón.
Hizo aportaciones positivas sobre el sentido de las crisis y especialmente la producida por la pandemia.
Hemos de apuntar que dejó claras algunas afirmaciones sobre la preexistencia de la vida individual antes del nacimiento o su persistencia tras la muerte, momento en el cual, afirma, las personas que has querido y que han fallecido con anterioridad salen a recibirte. Además, como afirmó en la mesa redonda, mantiene la reencarnación como algo probado y la existencia de una energía/consciencia universal e inteligente que dirige y sostiene todos nuestros pasos.
Aunque compartimos muchas de las afirmaciones sobre la vida humana, creemos poco fundamentada su cosmología y en concreto en su concepción del sentido de la vida individual. Si se trata de una creencia la respetamos profundamente, pero si nos la presenta como una afirmación empírica hay aquí una contradicción, ya que desde el principio rechaza las creencias.
Más allá de nuestros cuerpos
Nazaret Castellanos (https://nazarethcastellanos.com) buscó, desde la biología, la humanidad compartida que no es una idea más o menos bonita, sino una realidad muy estudiada.
Nazaret sitúa el concepto de “compartir” como algo central en la biología. Tanto en el funcionamiento del cerebro y las neuronas como en la interconexión entre todos los órganos corporales. Todo el cuerpo es compartir y forma una unidad.
Pero es que, además, se da una forma de compartir entre los cuerpos más allá de la comunicación verbal o gestual. Existe un contacto entre corazones, entre cerebros, entre vísceras, entre cuerpos cuando se hacen presentes. Esto es muy importante. Cambia la forma de vernos como humanidad, pasamos de ser individuos a ser holiobiontes, es decir, seres que comparten la vida. Incluso el grado de conciencia (PHI) aparece, por un lado, como una cualidad individual, pero también como una realidad colectiva. Y en ambos casos cada vez es más mensurable.
El mensaje que nos quedó es que no compartimos humanidad porque tengamos más o menos empatía o porque seamos mas altruistas. Compartimos humanidad porque es nuestra “forma” de ser, porque compartir es algo que nos constituye.
Nazaret habla de ciencia, pero con el corazón. No solo pone vida a sus palabras, sino que pone su propia vida. Y llega a todas las personas. Porque a todas nos resuenan sus palabras como nuevos y plausibles horizontes. Seguramente por todo ello se llevó una ovación de gala, que es la forma en la que quienes están allí presentes hablan.
Todo el mundo necesita un propósito
Francesc Miralles (https://www.francescmiralles.com/) es una persona cuando menos polifacética, a juzgar por su formación y actividad actual.
Su conferencia se centró en la importancia de tener un propósito de vida, sobre todo en el mundo tan complejo y tan imprevisible que estamos viviendo.
Comenzó hablando de las razones de la longevidad en una localidad japonesa de la zona de Okinawa. Mantienen allí el récord de personas que alcanzan y superan los 100 años. Las razones son variadas: falta de estrés, estilo de vida pausado, ejercicio suave y cotidiano. Pero, además, señaló tres causas más fundamentales:
- La nutrición: comer el 80% de lo necesario para acallar el hambre.
- Las relaciones interpersonales, especialmente con la vecindad. Experiencia de los moais, una forma de compartir la vida en la tercera edad.
- El tercer factor es tener en la vida un propósito, una misión, por la que te levantas cada día. En la cultura japonesa lo denominan ikigai (vida que merece la pena). Sobre este tema publicó: Ikigai: El secreto japonés para una vida larga y feliz (2016), escrito en colaboración con Héctor García Puigcerver y traducido a 54 idiomas.
Importante buscar nuestro ikigai y ayudar a las demás personas a encontrar el suyo. Hay 4 círculos donde se puede buscar:
- Lo que nos gusta, nos hace fluir…
- Aquello en lo que cada cual es hábil: su elemento.
- Aquello por lo que te pueden pagar, sosteniendo tu vida física.
- Aquello que te hace crecer espiritualmente.
Finalmente propuso un ejercicio que cada cual puede hacer revisando su vida y los distintos ikigais que se han sucedido en la misma. Y lo más importante, ver qué vamos a hacer el resto de la vida, cómo nombraremos los capítulos que nos faltan por vivir. Si queremos cambiar de rumbo, habremos de cambiar los hábitos y formas de vida. Nos propuso una serie de preguntas para llevar a cabo esta evaluación.
Francesc comunica muy bien. Habla del desarrollo personal, cosa que interesa mucho al público, y lo hace de forma amena, cercana y comprensible.
La luz a través de la herida
Cuarta conferencia y última de la primera jornada. A cargo de Beatriz Rodríguez (https://www.edx.org/bio/beatriz-rodriguez-vega), psiquiatra en ejercicio y profesora.
Explicó, con fluidez académica, diversos conceptos de psicología general y evolutiva de forma muy clara.
Definió al ser humano como un ser relacional, un ser que se constituye en la relación con los demás seres humanos. Un ser frágil, desarrollado entre miedos e inseguridades y que puede ser roto en algunos momentos de su vida. En esa herida producida es donde nace la luz.
Hizo referencia a Rumi, que invita a “volver a casa”. En el camino tenemos una gran ayuda en el mindfulness, la atención plena, vivir el presente.
Asumir la herida, vivirla plenamente, ejercitando la compasión con todas las personas.
En la mesa redonda pudimos conocer un poco más a la ponente. En la conferencia ya percibimos sus conocimientos y preparación; en la mesa redonda vimos que su mensaje, además, responde a su vivencia: es también vida compartida.
Somos la luz del mundo
Pablo D’Ors es escritor, sacerdote católico y fundador de “Amigos del desierto” (https://www.amigosdeldesierto.org/). Dirigió la meditación inicial de la mañana y posteriormente presentó su ponencia.
Aunque nuestra web se presenta como impulsora de una espiritualidad laica y, por tanto, post-religiosa, no rechazamos las aportaciones que nos puedan llegar desde las distintas tradiciones religiosas y mucho menos de la tradición cristiana, en la que muchas personas de nuestro entorno hemos vivido.
Nos habló Pablo D’Ors de la meditación, sus frutos, sus etapas, de los maestros y maestras que ha seguido. Fue desgranando todo ello con un trasfondo biográfico y autorreferencial.
Tiene su presentación una cierta puesta en escena, cautivando al público con oportunas anécdotas y unos pocos “tacos” sembrados por aquí y allá. El auditorio, entregado, aplaudió con fuerza y el ponente hizo un bis, en el que dio un “Viva la madre que os parió”. Un poco desbordante…
Durante la conferencia nos habló de su maestro, el jesuita húngaro Franz Jalics, impulsor de la meditación cristiana. Destacó, como frutos de la meditación, la claridad que se transforma en luminosidad cuando se avanza en el camino, la humildad que nos lleva al conocimiento de Dios y de nosotros y nosotras mismas, la valentía que se torna coraje, la fecundidad en magnanimidad y, por último, la alegría que se perfecciona en el gozo.
Finalizó con una frase de Confucio: “A los 50 años comprendí los decretos de la vida y a los 60 empecé a practicarlos”.
Espiritualidad Pamplona-Iruña