Todas las vidas son una especie de laboratorio espiritual donde ponemos a prueba, en el fuego de nuestra propia experiencia, las enseñanzas con las que
nos vamos encontrando. Al fin y al cabo, lo más importante no son las verdades que nos cuentan los demás o las prácticas que somos capaces de imitar, sino los descubrimientos a los que llegamos mediante la investigación persona.