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LA DIGESTIÓN DEL SISTEMA (Jon Ander)

Hace poco tiempo me encontré con una expresión nueva para mí: Coaching Ontológico. Lo de “ontológico” me chocó mucho porque ya venía yo bastante revuelto con el tema de la ontolencia.

Coaching es una palabreja que ya se ha normalizado en nuestro vocabulario. En el diccionario de la RAE no figura como tal, pero sí que aparece el término coach:

Persona que asesora a otra para impulsar su desarrollo profesional y personal. Y en deportes, entrenador.

Como muchas otras palabras, es un anglicismo. Coaching en Wikipedia es:

Un método que consiste en acompañar, instruir o entrenar a una persona o a un grupo de ellas, con el objetivo de conseguir cumplir metas o desarrollar habilidades específicas.

Hay muchas clases de coaching: deportivo, educativo, empresarial, funcional, cognitivo, ejecutivo, transformacional, etc… Existe el coaching integral, que trata de que el individuo se conozca mejor a sí mismo, sacando a la luz su inconsciente. Últimamente se ha desarrollado un coaching basado en el lenguaje, como es el caso del coaching de PNL que, trabajando la programación neuro-lingüística, pretende hacer alcanzar a la persona una mejor comprensión, lenguaje y conocimiento para, de esta manera, asegurar el logro de los objetivos propuestos.

Vaya, un pequeño lío.

Pero vamos al que nos interesa. El coaching ontológico apunta a trabajar con el ser y sus propiedades trascendentales, con el fin de conseguir logros relacionados con la profesión o el crecimiento personal.

El sistema social en el que vivimos, y por el que somos encauzados y controlados, está especializado en engullir todo lo nuevo que aparece en su seno, en digerirlo sin piedad. Incluso, especialmente, aquello que pueda parecer como antisistema en un primer momento: tal es el caso del movimiento hippie, el pacifismo, el ecologismo… En el ámbito de la moda, los vaqueros rotos por ejemplo; o en el de la música, el rock, el pop o el punk.

A nada hace ascos. Se lo traga, lo digiere, antes de que le afecte o cambie algo fundamental.

Incluso incorpora todo al marketing: se le pone a un producto la etiqueta de ecológico y vende más. Y no voy a hablar de algunas ONG y sus campañas con los grandes bancos y empresas.

Por eso me llama la atención el coaching ontológico. Porque coaching es un entrenamiento para triunfar. También el markenting y la marca personal y tantos otros conceptos nuevos buscan el triunfo personal y profesional. Y ya sabemos lo que el sistema entiende por triunfar.

En fin, me parece bien que el coaching trabaje para el sistema. Pero ¿qué decir del “ontológico”? ¿qué quieren hacer con el ser, el Ser?

Siempre hemos tenido un gran respeto a la Ontología, al Ser. Filosóficamente nos hemos devanado los sesos tratando de definirlo.

Ahora en el mundo de la espiritualidad (laica sobre todo) nos estamos abriendo al Ser como al fundamento de la realidad, como la Vida misma que evoluciona. Estamos entendiendo que no hay seres superiores o inferiores. Solamente existe el Ser y nosotros somos formas de ser, olas en el gran océano que lo es todo. El Ser es Uno, sin segundo. Aquí radica la no-dualidad de la Realidad.

El sistema ya se huele que por esta brecha se le pueden colar muchas cosas tan temidas para él: personas felices, vida consciente, profunda, la Libertad. Y el sistema ya está poniendo la venda, nada más olfatear la herida.

“Utilicemos el ser para mejorar el status, utilicemos lo profundo para triunfar”, propone el sistema.

Y esto se está haciendo ya, por ejemplo, en la utilización del mindfulness por las empresas, en el marketing de las marcas personales, etc. También en la nueva “industria de la espiritualidad” de la que nos habló Arregi. Cuántos materiales para la espiritualidad, cuántas terapias caras para el “crecimiento personal”. Y cuántos caminos, con apariencia de espirituales, convertidos en sabrosos negocios a través de redes sociales y de organizaciones: sanación, remedios, técnicas y más técnicas.

Qué mal casa el dinero con la espiritualidad, los negocios y el triunfo con el Ser, el coaching con la ontología.

Jon Ander