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LA MÚSICA DEL CAMBIO (Ogyen Trinley Dorje)

Gracias a la impermanencia, nunca nos podemos quedar atascados. El hecho de que las cosas no dejen de cambiar continuamente significa que vivimos en un constante estado de posibilidad. El que por la mañana nos sintamos malhumorados e infelices, no quiere decir que vayamos a sentir lo mismo por la tarde. También podríamos sentirnos muy alegres y contentos por la noche. El cambio aporta oportunidad. Solo porque alguien hiciera algo malo en el pasado, no es posible decir ahora que es mala persona. Todos los momentos son nuevas oportunidades. Cada instante es una nueva vida. Tienes la oportunidad de empezar de nuevo en cada momento. Puedes descubrir nuevos significados, plantear nuevas aspiraciones, o actuar al menos para colmar sueños muy arraigados.

Eso es posible cuando vivimos con una conciencia vívida de la impermanencia de nuestras vidas. Hace unos años, un grupo de escolares fueron asesinados en una masacre en Noruega. Hablando con un periodista al cabo de un año más o menos, una de las supervivientes, una chica de quince años, dijo que desde entonces cada día su primer pensamiento al despertarse había sido que ese podía ser el último día de su vida. Dijo que tal vez a mucha gente podría parecerle una manera de pensar pesada y deprimente, pero que para ella no tenía nada de triste.

La gente a menudo se concentra en lo negativo. Observando la impermanencia vemos que nada dura y que todos acabaremos muriendo. A muchas personas, ese pensamiento les parece más bien desolador, y por ello evitan reconocer la naturaleza transitoria de las cosas.

Pero no es cuestión de positivo o negativo; es la realidad, y siempre ignoramos la realidad por nuestra cuenta y riesgo. Reconocer el hecho del cambio constante puede igualmente pasar a ser una manera de pensar positiva y beneficiosa.

Tomemos el ejemplo de una flauta. Si solo produjese un único sonido continuamente, ese sonido constante no resultaría muy agradable. Y, además, no sería música. La posibilidad de la música –su belleza– está enraizada directamente en la realidad de la impermanencia. El sonido cambia de una a otra nota y ahí es donde radica la esencia de la música. Sin esa naturaleza transitoria de todos los fenómenos, ¡nos quedaríamos atrapados en una única nota, eternamente!

Por ello, en lugar de desanimarnos o agobiarnos, la conciencia de la impermanencia debería hacer que nuestras aspiraciones aumentasen. Sabiendo que las cosas no serán siempre como son ahora, eso puede inspirarnos a soñar en cómo podrían ser. Nos proporciona terreno fértil para plantar nuevas aspiraciones. La impermanencia puede trabajar contra el estancamiento. Las aspiraciones que plantamos por la mañana pueden haber echado profundas raíces por la tarde. Con el paso de los días podemos volver a revisar y reforzar esa aspiración.

En el primer momento en que surgen las condiciones para implementarlas, las aspiraciones nos llevarán justo a la raíz de la acción más productiva.

Solo porque no hayamos cumplido nuestros sueños no es razón para creer que no lo haremos en el futuro; se están abriendo nuevas posibilidades constantemente. Una conciencia elevada de la impermanencia nos mantiene abiertos a los muchos y posibles futuros que se abren ante nosotros. Las aspiraciones pueden guiarnos a la hora de determinar qué oportunidad aprovechar a fin de crear el futuro que deseamos.

A cada momento estamos comenzando simultáneamente un nuevo futuro, pero también llevando al pasado a un irrevocable final. Por lo general consideramos la muerte como el final de todo, que llega con nuestro último suspiro, pero esa es solo la forma más obvia de muerte.

La realidad es que experimentamos la muerte de maneras mucho más sutiles a diario, y durante todo el día. Las cosas se acaban continuamente. Nos despertamos por la mañana y la vida que llevábamos el día anterior ha desaparecido; no hay manera de hacerla regresar. Pero, en ese preciso momento, estamos naciendo a toda una nueva vida que comienza entonces. Con esa nueva vida, siempre podemos plantearnos nuevas aspiraciones, y renovar aquellas que deseemos mantener.

Tomado del blog de Patricia Anaya