Nadie es feliz…
Un día me topé con esta frase: «Nadie es feliz». ¡Lo sabía!, pensé… Y dejé de leer.
Felicidad, ser feliz. ¡Ja!
Te la venden como lo ideal, como la meta de una gran carrera, como lo mejor del mundo, pero nadie te dice que es inalcanzable, que la frustración lo llenará todo de obstáculos, que las historias no son como nos las cuentan en los cuentos ni tienen príncipes azules ni finales felices.
«Nadie es feliz». ¡Feliz!
Porque sólo es humo… humo que se esconde en sueños y en imposibles. Humo que se escapa entre los dedos cuando una intenta aferrarse a ello. Humo que asfixia y marea, que nubla la mirada, que hace toser y alejarnos, huir y desesperar. Humo que hace que perdamos el rumbo y la dirección. Humo que hace llorar nuestros ojos entre la rabia y el dolor de ver y no alcanzar, no llegar nunca.
«Nadie es feliz».
Porque nadie toca de verdad, porque la felicidad no se toca, no se ve, no se respira y sólo crea vacíos y necesidades sin fin. Porque la felicidad ni se compra ni se adquiere, ni se logra entre los éxitos y los logros, ni se esconde en lo más chico, en lo último o en lo más moderno o en lo más alejado, ni se camufla en lo que te falta, en lo que no tienes… Y siempre, siempre, parece estar en lo más alejado.
Algunos dicen que está en vivir en una familia… que quizás tú no tienes. O quizás en los amigos… que fueron. O que puedes encontrarla en el trabajo… en ése que quizás no consigues o en ése en el que tienes que dejar de ser tú.
«Nadie es Feliz». Y casi me río y casi lloro. Lo sabía. Siempre nos engañaron. Y te sientes estafada por la vida. Y te enfadas. Y pataleas. Y tiras piedras al río. Y pateas lo que se pone a tu alcance. Y lloras. Y gritas… Y algo se rasga por dentro… porque no es justo….
Y vuelvo a la frase despacio y cansada, casi agotada, y entre las lágrimas leo la frase que estaba debajo, que siempre estuvo debajo… «Qué difícil es ser nadie”.
Y es como una sacudida, como si una corriente me atravesara. Una de esas que resitúan y recolocan cada cosa en su sitio… No importa si la felicidad es esto o aquello, ni en lo que crees… Porque el misterio de la vida no está en alcanzar nada sino en descubrir, en despertar y abrir los ojos, en respirar profundo, en dejar que el silencio nos lleve a lo esencial, nos acoja y nos recoja, nos transforme… liberándonos de sueños con lo inalcanzable, o de tantos dimes y diretes, consejos y advertencias de quien se cree mejor, superior o diferente…
El misterio de la vida está en dejarnos hacer, dejarnos ser… Quizás cuencos, simple y suavemente cuencos que vibran al unísono, que acogen y recogen esa vida que es y que somos.
Nadie es feliz, qué difícil es ser nadie.
La impaciencia nos ciega y nos anula, nos censura la posibilidad de la belleza, de lo pequeño y de perfección de lo imperfecto.
Qué difícil es ser nadie.
Y sólo me surge el silencio, un silencio profundo y respetuoso, apenas un susurro.
Porque ese Nadie rompe con todo lo añorado, con todo lo pensado, con todo lo sentido…, y quizá sólo se deja sostener por el vacío…
Y yo sólo me atrevo a decirlo bajito, muy bajito, porque algo se rasga por dentro, quema por dentro… y abre un abismo, uno de esos abismos que puede atrapar ese sueño que somos o creemos ser.
Sonia Goyeneche