Inicio > Blog > PÁGINAS MATUTINAS (Luisa López Cabrejas)

PÁGINAS MATUTINAS (Luisa López Cabrejas)

Estoy escribiendo un libro, un pequeño ensayo, y para cualquiera que haya escrito un libro es conocido que escribir no es fácil por muchos motivos en los que no voy a entrar ahora. Pensando en torno a ello, hace unas semanas me dije que lo mismo que me gustaría afilar bien el serrucho antes de cortar leña, o afinar el instrumento si fuera música, también quería leer sobre cómo escribir en concreto y cómo crear en general.

De repente recordé un libro que tengo en casa hace más de 10 años regalado por un querido amigo, el cual, confieso, no había abierto hasta ahora. ¡Gran error mío por lo que ahora veréis! El libro en cuestión se llama El camino del artista de Julia Cameron. Tras ese he leído otra obra suya que es El camino de la escritura.

En ambos libros, por explicarlo brevemente, se hace una exploración de cómo desbloquear la creatividad a través de un programa de 12 semanas. Confieso que en parte me echaba para atrás cierto estilo muy americano e incluso un poco new age, sin embargo, reconozco que he sacado cosas en claro. Y hay una práctica que me parece especialmente útil y significativa.

Tengo un defecto -o una virtud- y es que soy un poco proselitista con aquello que me es útil o beneficioso y me gusta compartirlo con todas las personas a las que quiero en el deseo de que les sirvan como a mí.

De manera que hace unas cuantas semanas que vengo haciendo la práctica propuesta y tras ver sus sorprendentes efectos me vi tentada, y en algunos casos ya lo he hecho, de recomendarla a amigos -artistas o no- y a personas en la consulta de asesoramiento filosófico, amigos ya todos también. A una persona amiga se la ama y amar es el deseo de bien, por eso no me ruboriza decir que amo a unos y a otros.

De este entusiasmo por compartir lo que me parece útil nace este pequeño artículo.

Lo primero de todo, y es por lo que os decía del gran error en el que yo había caído al no haber abierto el libro El camino del artista en 10 años, es que yo pensaba que no me sería útil porque no soy artista como tal, no me dedico a nada de lo que podríamos decir arte, pero ¿quién ha dicho que todos no seamos artistas de nuestra propia vida?

Nadie mejor que mi amiga y maestra en Filosofía Sapiencial Mónica Cavallé de su obra El arte de ser para explicar esto:

«Todos estamos llamados a ser artistas de nuestra propia vida. Prueba de ello es que no hay dolor superior al que acompaña a la conciencia de no haberlo sido, de no haber vivido en toda la hondura de esta palabra, de no haber movilizado nuestras más propias y profundas posibilidades. Las grandes tradiciones de sabiduría son unánimes al recordarnos que poseemos un potencial magnífico del que con frecuencia estamos desconectados o que ni siquiera sospechamos. Estamos dormidos a nuestro verdadero ser cuando permanecemos confinados en las estrechas fronteras de lo conocido, en el circuito cerrado en el que nos mantienen nuestras limitadas concepciones sobre nosotros y sobre la realidad. Extraños para nosotros mismos, viviendo solo una parte ínfima de lo que somos, sin haber recorrido nuestras cimas y nuestros abismos, sin haber vislumbrado nuestro auténtico ser y su grandeza, nos enajenamos igualmente del contacto pleno con los demás y con la totalidad de la vida. Abandonar este confinamiento de nuestra mente y de nuestras pequeñas vidas es uno de los objetivos de la filosofía sapiencial».

Y dicho esto, y siendo consciente del salto que supone de nivel tras haber compartido esta cita tan profunda de filosofía sapiencial, os cuento del sencillo ejercicio al que nos invita en sus dos libros Julia Cameron:

La autora simplemente propone escribir tres páginas a mano diarias nada más levantarte, páginas a modo de diario personal y privadas. Ni siquiera hay que volver a leerlas.

Para ella son directamente una forma de meditación y de oración.

Julia avisa que es como enviar un telegrama al Universo a través del cual damos nuestras coordenadas exactas: “Aquí estoy y cómo estoy” “Por favor ayúdame”. Nos invita a tener presente el interrogante “¿Qué debo hacer ahora?” como pregunta implícita en todo momento. Para esto no hace falta ser artista, escritora, guionista de cine -como de hecho es Julia-, no hace falta ser poeta, actor o pintora de acuarelas, por decir algo. Cualquiera podemos valernos de esta sencilla práctica sea cual sea nuestra profesión o nuestra situación de vida.

Julia Cameron señala que estas páginas matutinas que nos invita a escribir diariamente a mano (¡muy importante!) son como una calle en dos sentidos: enviamos y después recibimos (ideas, pensamientos, aclaraciones, revelaciones y corazonadas) en forma de caminos a seguir. Favorecen la sincronía, nos dice. Expresamos el mundo de nuestros sueños y anhelos. Y se nos devuelven ideas sutiles y pequeñas revelaciones que nos indican el camino correcto: esto es el cultivo de la intuición.

Hay un primer punto que reconozco puede chocar: la idea de preguntar al universo, a veces incluso la autora puede decir Dios… pero mi propuesta es que cada uno apueste por la palabra que le sea más significativa, o la que menos le rechine: bien puede ser el Universo, Dios, la Vida, el Ser, la Fuente, mi Yo superior… no obstante, yo creo que aun sin asumir este a priori de trascendencia, las páginas pueden funcionar y te merece la pena seguir leyendo:

Escribir estas tres páginas diarias a mano recién levantado es un medio cuando menos para verbalizar y expresar nuestros miedos y anhelos, son un lugar seguro donde desahogarse, soñar, asumir desafíos, etc.

Nos proporcionan privacidad, la autora Julia Cameron nos viene a decir que las páginas son una habitación propia en sentido figurado al modo de Virginia Wolf.

Las páginas nos aportan claridad, nos enraízan, nos conectan con el ahora. Son nuestras confidentes y nos ayudan a procesar las circunstancias de nuestra vida. Además, asumir la práctica de escribirlas cada día y no abandonarla -nos sintamos como nos sintamos- es un modo de aceptar y abrazar nuestros estados de ánimo sean los que sean, cada día, con todo lo positivo que hacerlo implica.

Nos pueden ayudar a establecer las prioridades de nuestra jornada o incluso de nuestra vida. Y Julia señala cómo nos pueden mantener enraizados porque evitan que nos dejemos arrastrar por la agenda de otras personas o circunstancias, si ese fuera nuestro problema, por ejemplo.

En esta dirección, la autora detalla que consiguen que volquemos nuestra energía en nosotros mismos. Señala que las páginas nos ayudan en una dificultad habitual y es a dejar de adaptarnos a la agenda de los demás y nos invita a dedicarnos, en su lugar, a la nuestra. Dejamos de desperdiciar nuestra creatividad complaciendo a los demás y anteponemos nuestros deseos y necesidades a los de otros. Estas páginas nos enseñan que lo nuestro importa, nos alinea con nuestros sueños, esperanzas y objetivos. A lo que me atrevo a apuntar es que es solo desde ahí desde donde nos podemos dar a otros, en un momento dado, sin esfuerzo ni sacrificio.

Las páginas matutinas nos motivan a ser creativos y osados por el simple hecho de asumir el riesgo de poner nuestros pensamientos por escrito.

No debemos dejar de escribirlas con la idea de que no escribimos bien, no pretendemos que sea un texto literario ni publicable lo que estamos plasmando en esas hojas. Es más, en estas páginas no hay cabida para la perfección, son estrictamente flujo de conciencia, casi un modo de escritura automática. Nos permiten desahogarnos.

Me he dado cuenta en estas semanas de práctica que las páginas matutinas diarias nos hacen irnos conociendo y cultivan el auto conocimiento, por tanto. ¿Qué me motiva? ¿Qué me asusta? ¿Qué creencias limitadas tengo? ¿Qué me frena a hacer algo que anhelo profundamente? ¿A qué desafíos me enfrento en mi vida actualmente? ¿Qué roba mi paz en este momento? ¿Sé cuál es mi bien? ¿Por qué me cuesta aceptar esto que no puedo cambiar? o ¿Cómo enfoco este proyecto en mi vida? Preguntas todas que muchas veces hemos compartido en diálogos que hacemos.  Y en todo caso, el reto que asumimos cada día al escribir cómo nos sentimos nos invita a profundizar y madurar.

“Las páginas son un amigo sin tapujos” nos lanza Julia Cameron, nos pueden dar un empujón para afrontar una verdad desagradable sobre nuestra vida, quizá nos inste a ver lo que no queríamos ver, a tomar esa decisión que nos costaba. Nos reclaman a ser personas más honestas, más auténticas y fieles a nosotras mismas y a actuar cuando es necesario.

Al escribirlas además nos enfrentamos a nuestros demonios, afirma la autora, y descubrimos que hay huecos para empresas nuevas y positivas en nuestra vida.

Ahora, permitiéndome adaptar el ejercicio de las páginas matutinas a la práctica de filosofía sapiencial, diría que nos pueden ayudar a arrojar luz tomando conciencia de cuál es nuestro diálogo interno con las creencias limitadas que lo alimentan, así como dar voz también a nuestros anhelos más legítimos y voz de nuestro Ser.  Lo cual nos supone sabernos co-creadores en nuestra propia vida (expresión de Mónica Cavallé en su último libro El Coraje de ser).

Todo ello, acompañado de una buena práctica personal de observación que sea seria y fina, así como de meditación sobre cuál es nuestra verdadera naturaleza, puede ayudarnos al fin último de la Filosofía que es el autoconocimiento. Y lo más importante, no olvidemos que sí, todos somos artistas: artistas de nuestra propia vida.

Tomado de https://www.dialogosfilosoficos.es/paginas-matutinas/