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MIRADAS ECOFEMINISTAS…

«… PARA REVERTIR LA GUERRA CONTRA LA VIDA»

Había expectación por la presencia de Yayo en nuestro ciclo. La sala a tope y muchas personas que no pudieron lograr su invitación. Todo se vio colmado por su exposición.

No nos confundimos al incluir el tema del ecofeminismo en el ciclo de espiritualidad. Podemos actualizar la palabra “espiritualidad” de muchos modos: cualidad humana profunda, interioridad, fondo de la persona…, pero la que más creemos que se adecúa es consciencia.

Potenciar nuestra espiritualidad es aumentar nuestra consciencia. Y la conferencia nos hizo incrementar nuestra consciencia en aspectos muy importantes.

Expuso al inicio los grandes condicionantes o dependencias de la vida humana. Nuestra especie tiene dos dependencias básicas: la primera la de la naturaleza o la tierra, que es la que le ofrece lo necesario para vivir pero que tiene sus límites, por cierto ya translimitados en esta era.  La segunda dependencia es con las otras personas: somos interdependientes. La vida humana ha de ser sostenida y cuidada, tanto en sus inicios como en otras épocas del recorrido vital donde aparece una mayor vulnerabilidad.

Hoy estamos afectando tan gravemente y tan deprisa a nuestro planeta que parece que le hemos declarado la guerra a la vida.

Al menos nuestra cultura occidental establece una ruptura entre los seres humanos y el resto del mundo vivo. Ruptura que hunde sus raíces en el dualismo de Platón entre el mundo de las cosas y el mundo de las ideas y que desembocó, ya en la democracia de la polis griega, en la escisión entre ciudadanos y esclavos y entre varones y mujeres, reservando el concepto de sujeto político para los varones libres.

Y estas concepciones llegan hasta nuestros días a través de todos los conceptos, incluso científicos, que nos han llevado a creernos una especie emancipada respecto a la Tierra.

Uno de los aspectos que empujan la guerra contra la vida es el capitalismo, fabricante de deseos, de mitos y de formas de sentir que establece que sólo tiene valor aquello a lo que se le puede asignar un precio, aquello que tiene una traducción dineraria, monetaria, cotizable en los mercados. Esta visión tan reducida ha afectado al contenido y al sistema de producción. Así ha surgido el mito del crecimiento económico como panacea universal y por el cual todo debe ser sacrificado. 

Todo esto lo tenemos muy interiorizado y aceptado como normal en nuestras vidas. El problema no es que no haya soluciones, sino que no queremos aplicarlas.

Hemos de volver a la realidad que somos, poner la vida en el centro de todo. Sobrevivir cooperando y no compitiendo. Releer conceptos como libertad, justicia e igualdad.  Empezar a vivir el principio de suficiencia.

Hemos de revisar el concepto de bienestar, de vida humana, de las necesidades y, en función de ellas, ver lo que hay que producir y cuáles son los trabajos necesarios para su consecución.

Poner lo común por encima de lo individual como principio de toda política. Lo común,  el cuidado de la vida y de nuestra vida individual.

Desde aquí Yayo lleva a cabo una redefinición del artículo I de la declaración de los Derechos humanos, que actualmente dice:

 “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Y Yayo propone:

 “Todos los seres humanos nacemos vulnerables e indefensos en el seno de una madre y llegaremos a ser libres e iguales en dignidad y derechos siempre y cuando recibamos una cantidad ingente de atenciones, cuidados y  conocimientos que deben ser proporcionados por hombres y mujeres de otras generaciones, en una tarea civilizatoria sin la cual nuestra especie no puede existir. En caso de recibirlos llegaremos a tener una consciencia que nos permita vivir los unos con los otros, conscientes de que habitamos un planeta con límites físicos que compartimos con el resto del mundo vivo y que estamos obligados a  conservar”

Creemos que Yayo transmite una base científica/racional para una ética y una moral nuevas, que ya no han de basarse en creencias y/o religiones. La propia observación de la historia y de la situación del planeta nos marcan los principios éticos que han de regir nuestra vida personal y nuestra vida política. Nos invita a ser conscientes de nuestra ecodependencia  y de nuestra interdependencia. El cuidado y el interés por lo general y común han de llevarnos a superar la guerra con la vida.

A su exposición siguieron preguntas y respuestas bien interesantes.

La espiritualidad laica que propugnamos, que no es otra cosa que consciencia, se ve reforzada por la ecología, por el feminismo, por la igualdad, la libertad y la justicia. Y así la espiritualidad es aliento de vida, viento nuevo, amor compartido.

Agradecemos cordialmente a Yayo su sencillez, su claridad y su cercanía, así como la carga de profundidad que nos transmitió y el amor apasionado por la defensa de la vida.

Os ofrecemos la grabación para seguirlo todo con detalle. También hemos incluido el enlace a  un pequeño vídeo que sirvió de aperitivo de la charla.