Transitar, una de las palabras que en esta aventura, que por un lado me lleva a dejar unas creencias atrás y por otro lado me ayuda a descubrirme con un fondo profundo de Vida y Silencio, voy aprendiendo a experimentar y a llenarla de nuevo trasfondo.
Transitar, que no es deambular sin sentido, descentrada y sin objetivo, dejándome arrastrar por lo que las modas y por lo que otros opinen, “Perdida y sin rumbo”.
Transitar de forma atenta, con la mirada al frente, sin terminar de soltar todo y sin terminar de agarrar nada. Sin descubrir en ningún momento la mano totalmente vacía.
Transitar es caminar despacio, mirando a uno y otro lado, poniendo nombre, despidiendo y llorando y dando gracias, a sabiendas de que mi lugar no está entre los residuos del pasado (perdonados o no, más o menos censurados) ni en los anhelos sin definir (huecos y opacos) del futuro, sino en el aquí y ahora.
Transitar ensanchando el presente, para que toda mi vida, toda yo, sea ahora.
Transitar por la realidad, por la vivencia, por el vacío. Por mi ser de depredadora ávida por llenar un vacío que a veces parece encogerse y otras crecer, como si tuviera vida propia.
Transitar el vacío y poner nombre al miedo, al asco, a los deseos que atraen, al vértigo, a la zona oscura, a lo que ensombrece por dentro.
Llenar un vacío porque me da pánico pensar, ni qué decir sentir que hay que vivir siempre con ese vacío por dentro. Vacío que, quizás, solo transitándolo se transforma en cuenco que acoge y respira y mana vida por dentro. Pero vacío. Que parece fuente inagotable de tristeza, dolor y rabia.
Transitar, caminar con lucidez, a sabiendas, más allá de las palabras, de que a pesar de o por ello, hay una calma palpable que a veces saca de quicio, una resistencia honda a dejar la penumbra y las sombras de muerte donde, durante tanto tiempo, me he creído cómoda.
Transitar es quizás ponerme en marcha y empezar a soltar lo que siempre he creído parte de mí, que me sostenía: mis queridos y adorados fantasmas. Soltar y dejarlos ir. Asumir y aceptar que solo perdiéndolos de una vez para siempre puedo vivir anclada en un centro de vida que no sé si merezco o no, pero que soy, que quizás soy.
Transitar hoy es aceptar que ayer no pude, que algún otro día no quise y que muchos otros se me olvidó preguntarme, y que hubo un tiempo en que no había preguntas, pero eso no puedo cambiarlo.
Hoy, quizás, puedo elegir transitar. Solo quizás. Y solo transitar.
Uxue