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LA ATENCIÓN (Samuel)

¿Qué es la atención? La atención es soltar, es un camino de desasimiento, es descansar, no emitir juicios, es no poner pensamientos, es amor, es dejar el pensar para ir al atender.

La atención, por buscarle un símil si es que lo tiene, podría ser como una paloma que, después de haber efectuado un largo vuelo, vuelve a casa. Esa casa es un espacio de descanso, de silencio, de relajación. La paloma, con su regreso a casa, ha conseguido desalojar el espacio que llenaba la mente y con ella los múltiples pensamientos que la tenían ocupada.

Mientras la mente genera pensamientos, la paloma se irá apagando poco a poco, hasta desaparecer. A la mente le gusta el protagonismo; nuestra paloma es sencilla, humilde, por eso no pueden vivir juntas. Los pensamientos en sí no son ni buenos ni malos, su interpretación es lo que verdaderamente nos afecta, nos hacen sufrir. La mente consigue manipularnos con sus elucubraciones. Nuestra paloma no puede vivir en ese ambiente y desaparece.

¿Cómo podemos recuperarla? Se trata de soltar, de iniciarnos en la meditación; ella nos puede ayudar a recuperar la atención, a encontrar la verdad. Somos la atención. Una vez en ella estaremos en la quietud, en el ser consciencia, que se manifiesta en nuestra estructura personal. Hemos dejado una mente analítica y el falso yo, el ego. Todo esto llevado con sencillez, con humildad, sin buscar nada, nos aleja del pensar, diluye al ego y nos sumerge en la atención para alcanzar un estado de consciencia, de plenitud.

La atención es pararse en nuestro hacer cotidiano, en nuestro trabajo, en el caminar por la calle, en el autobús, aseándonos en casa, cocinando, etc. Se trata simplemente de darnos cuenta de qué estamos haciendo, de poner nombre a la acción, de ser conscientes de ella, de parar de pensar porque, aunque estemos conduciendo, seguro que vamos a ir pensando en lo que haremos al llegar a nuestro destino o lo que hicimos o no hicimos antes de salir del parking. Nuestra mente está educada para eso, no nos abandona. De ella surgen infinidad de pensamientos.

Pero ¿qué ocurre si decidimos preguntarnos qué estoy pensando ahora? Eso significa que, de momento, estoy poniendo distancia del pensamiento que de repente ha aparecido. Me doy cuenta de él, le pongo nombre, pero no me identifico con él. Todo esto ya no surge de la mente. La consciencia ha entrado en acción. Este mecanismo nos lleva a ir apagando el flujo de pensamientos e ir sosegando nuestro interior.

Para quienes se se inicien en esta práctica, inicialmente no será fácil pero poco a poco irán descubriendo que es posible llegar a ese estado de quietud que proporciona la consciencia.

¡Qué paradoja! Buscamos la atención, cuando nosotros somos la atención. Estamos en casa y hemos descubierto que nunca nos fuimos.

Samuel