Esa idea, escribir sobre sí mismo para crear un espejo en el que otras
personas puedan reconocer su propia humanidad, no ha existido siempre. Se
tuvo que inventar. Y, a diferencia de otras muchas invenciones culturales,
podemos seguir su rastro hasta tropezar con una sola persona: Michel
Eyquem de Montaigne; noble, funcionario del gobierno y viticultor que
vivió en la zona del Périgord, al sudoeste de Francia, de 1533 a 1592.
Eb una pregunta y veinte intentos de respuesta.