¿Dónde estás,
mi Dios separado?
Te he abandonado.
Ya no te reconozco.
Dejé de creer en Ti.
No te rezo ni te hablo.
Tampoco te pido que me ayudes, que ayudes a los míos…
La soledad y la inseguridad me invaden.
Desde niña me hablaron de Ti.
Toda mi vida has sido mi norma, el referente en mi conducta.
Mi espiritualidad está insatisfecha y sigue buscando…
¿Qué? ¿A quién?
¡Me opongo a caer en otro engaño!
Mas en la búsqueda algo intuyo,
llego a ver una pequeña luz, no fuera.
Si callo la mente y siento por dentro, algo sucede.
Definir no puedo:
PAZ, FELICIDAD, AMOR, UNIÓN…
están conmigo.
Aunque no le llame Dios,
¿será esto lo que busco?
Y pienso:
“Teniéndolo tan cerca…
¡qué pena no haberlo antes encontrado!”.
Itziar