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SINCRONICIDAD (Samuel)

La sincronicidad como término surgió de forma inesperada en la consulta del psicoanalista suizo Carl Jüng (1875-1961), cuando una paciente le relató que había soñado con un escarabajo la noche anterior. Ella se lo describió con toda clase de detalles. Cuando ya habían terminado la sesión, de forma inesperada, entró volando por una de las ventanas un escarabajo exactamente igual al que acababa de describir la paciente. Jüng entendió el hecho como una experiencia sincrónica: una conexión entre la persona y su entorno; una coincidencia temporal de dos o más sucesos, relacionados entre sí de una manera no causal.

Nuestra vida es como un enorme puzzle. Las piezas están revueltas. Nacemos y estas comienzan a ensamblar unas con otras. Vivimos y las piezas se siguen engarzando, nadie sabe cómo. Estos trozos de cartón brillante son hechos, sucesos, situaciones que van conformando nuestra existencia. Unos son consecuencia de otros. Alegrías, penas,  situaciones muy difíciles de afrontar y que, de repente, se presentan en nuestras vidas. De la noche a la mañana todo cambia por completo: el empleo, una enfermedad, la pérdida de un ser querido, una separación, etc. Y nos preguntamos: ¿Por qué esto me tiene que pasar a mí? ¿Qué se puede hacer? ¿Cómo aceptarlo?

Nada sucede por casualidad sino, como explicaba Jüng, por sincronicidad o simultaneidad de sucesos que acontecen. A veces nos sentimos como en una montaña rusa que sube y baja, y nosotros en ella. Hay un aspecto fundamental que ayuda para que la sincronicidad se dé, se trata de la “Aceptación”. Aceptar lo que eres. Ver y asumir los hechos, las situaciones, como son. Aquí y ahora. En la medida que aceptamos lo que nos ha ocurrido, la paz comienza a llegar a nuestra vida. La sincronicidad aparecerá cuando menos lo esperemos. Si estamos atentos a nuestro entorno es más fácil que aparezca la sincronía. Siempre llega en el momento exacto. Se puede producir leyendo un periódico, viendo la televisión. Recuerdas a un amigo que hace mucho tiempo que no ves y, casualidad, al día siguiente lo encuentras por la calle.

Hemos oído muchas veces decir que “La Historia pone a cada cual en su lugar”. El puzzle se va completando. Me quedé sin trabajo, pero encontré algo mejor, mi vida ha cambiado… Los porqués van encajando en el puzzle; una situación me ha llevado a otra. Si te montas en el barco de la Aceptación, viajarás mucho más cómodo y tarde o temprano la sincronicidad saldrá a tu encuentro. Si hay Aceptación es que hay Presencia. Lo que tenga que ser, será, fluirá. No sabes ni cómo ni por qué, pero ha llegado. Bienvenida.

Samuel