Del 11 al 13 de mayo algunas personas de nuestro grupo hemos asistido a un taller en Haro (La Rioja), acompañado por la teóloga feminista Emma Martínez Ocaña. El tema era muy sugerente y tentador para nosotras en estos momentos: “El sorprendente modo con el que Jesús se relacionó con las mujeres”. En un principio Emma quería titularlo “El escandaloso modo…”, pero pareció demasiado provocativo. Aunque ambos términos se ajustan a la perfección con la forma de relacionarse Jesús con las mujeres.
El viernes se nos fue en presentaciones y en el ajuste de los horarios entre todas.
Los otros dos días empezamos con una oración en la naturaleza, de pie en el jardín, tomando consciencia de nuestra postura y de aquello que nos sustenta; nuestras voces callaban y dejábamos que nuestros cuerpos hablasen con gestos. Un rato de chi kung por la tarde nos ayudó a seguir conectadas con la experiencia corporal.
Todas las charlas, meditaciones, oraciones, se apoyaban en citas bíblicas de algunos encuentros de mujeres con Jesús, completadas con textos del libro de Emma “Cuando la palabra se hace cuerpo en el cuerpo de mujer”; narraciones de las protagonistas de esos encuentros que nos acercan a las escenas de una manera nueva.
Así, fuimos tomadas de la mano por María de Magdala para acercarnos a aquella época y ver qué significaba ser mujer entonces. La mujer encorvada nos ayudó en la meditación guiada a reconocer lo que hoy nos sigue encorvando a cada una de nosotras. Las palabras de la mujer que amó mucho nos recordaron la necesidad de estar atentas, tomar la iniciativa y atrevernos a ser fieles a nuestros deseos. Con la viuda de corazón generoso, que se pone a barrer para buscar una monedita perdida, se nos brindó la oportunidad de ver una imagen perdida y silenciada de Dios en femenino. Y una mirada nítida al texto de María de Nazaret ayuda a ver a la mujer que era, despojándola de tanto manto, corona y actitudes de sumisión con que nos la habían escondido.
Fue una gozada descubrir en textos tan conocidos mensajes novedosos y actuales.
En cada meditación se nos invitó a que nos dejáramos sentir y a que, a través de las sensaciones corporales, hiciésemos experiencia en nosotras mismas.
La lectura de algunos textos en pequeños grupos, compartiendo nuestras ideas y sensaciones, nos abrió a escuchar otras perspectivas y a descubrir esos pequeños detalles que a veces nos pasan desapercibidos.
La casa era acogedora, el jardín amplio y la acogida de aquella comunidad de hermanas fue otra gozada. Ain Karim se llama y, verdaderamente, es un lugar de encuentro. Solo les podemos dar las gracias.
Es bueno regalarse unos días diferentes, donde poder parar del ritmo de las prisas de cada día, aunque solo sea por dos días.
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