Inicio > Blog > XIRIMIRI ESPIRITUAL

XIRIMIRI ESPIRITUAL

El pasado puente de Todos los Santos, cuatro personas de nuestro grupo nos regalamos unos días de silencio en un taller en Huarte que impartía Enrique Martínez Lozano. Fueron unos días de descanso diferentes.

Desde el principio se nos invitó a vivir en silencio para posibilitar que despertásemos vivencias sin limitarnos a acumular ideas. Se nos invitó a ver el silencio como una lluvia fina que va empapando la tierra, transformándola despacio… y a sentirnos tierra. Se nos invitó a mirar la persona de Jesús de Nazaret como un hombre sabio, uno de tantos, alejado de la religión que lo limitó. Verlo como un hombre que en su contexto supo vivir la plenitud en profundidad y coherencia. No como alguien a imitar sino como algo posible, también para mí.

La  mayor parte del tiempo la dedicábamos a hacer prácticas de meditación, en grupo. La parte más práctica del taller. Meditaciones guiadas que nos ayudaban a ir entrando en nuestra profundidad y a otra manera de sentir. Hubo meditaciones afectivas para crecer en un amor sereno y sano a una misma, para descubrir lo que nos sostiene, aprender a abrazarnos y acallar los juicios y las recriminaciones… para aprender a tratarnos bien. Hubo meditaciones psicológicas para escucharnos, observarnos y comprender lo que conocemos de nuestra persona, para integrarlo y ser un todo libre. Meditaciones donde practicábamos la atención, en el contacto, en la respiración; para ejercitarnos en la toma de consciencia, en el darnos cuenta, en eso de vivir el presente y el instante. Y también tuvimos ratos de puro silencio, de sólo estar, de descubrir que el silencio no es sólo un lugar, sino una forma de ser.

No descubrí muchas cosas nuevas, pero si clarifiqué algunas dudas y confirmé que el silencio me abre a una comprensión diferente y a un montón de posibilidades. Recordé que la sonrisa relaja el rostro y predispone y empuja al cuerpo entero a descansar. Descubrí que mi entrecejo está más tenso de lo que aparenta y que me cuesta mucho relajarlo, que es un lugar al que debo prestar especial atención. Hubo palabras que sorprendieron a mi mente como gozo, expansión, transitar, espaciosidad… porque hablan de experiencias que no sé cómo expresar. Y mi mente no deja de hablar de miedo, ni de hacerme sentir vértigo. Me sentí cuestionada al comprender que solo podemos estar a gusto con/en nuestro cuerpo cuando estamos agusto en nuestra piel… ¡Agusto en mi piel!, quizás algo pendiente o quizás una trampa de mi mente para mantenerme en cierta insatisfacción. Y descansé, sobre todo descansé, a pesar de las dificultades.

Y también disfruté mucho con las charlas sobre Jesús de Nazaret a última hora de la tarde. Disfrutar. Enrique parecía que saboreaba cada palabra y transmitía ánimo y gozo. Nos lo presentó como un espejo de la profundidad y la hondura que todos somos. La expresión “uno de tantos” cobraba sentido nuevo, porque hablaba de un hombre marcado por su humanidad y no por su divinidad, porque no ha sido único en la historia…

Nos dio siete claves para comprender su persona, siete capas de fuera a dentro que lo definen y hablan de su vida: 1) Un hombre muy extraño y coherente. 2) Pobre y al lado de los pobres. 3) De contagiosa libertad. 4) Crítico con la religión de su época. 5) Un hombre de paz en medio del conflicto. 6) Un hombre fraternal. 7) Cuyo secreto él lo llamaba… Abba.

De manera más resumida nos presentó los rasgos del mensaje de Jesús en otros siete núcleos centrales, de los cuales solamente desarrolló los cuatro últimos: 1) Es una buena noticia. 2) Se centra en el tesoro escondido. 3) Las bienaventuranzas, mensaje de felicidad o de plenitud. 4) La compasión. 5) La gratuidad. 6) La entrega. 7) La unidad.

Y sin ser grandes cosas, ni ser novedosas, nos abrió la posibilidad de descubrir la grandeza de Jesús de Nazaret en su vida y su mensaje… lejos de la imagen de un Jesús divinizado, encerrado en las creencias de una religión.